Camino de Santiago Sanabrés, 2012
Decir, en primer lugar, que este camino
es una desviación de la conocida ruta de la Vía de la Plata que une Sevilla con
Astorga (León) y que ya era utilizada por los romanos hace más de milenio y
medio. A partir de la población zamorana de
Granja de Moreruela el camino se divide en dos: uno sigue hasta Astorga,
donde enlaza con el Camino Francés, y el otro, el Sanabrés, parte de aquí, con
un total de 360 km. hasta Santiago de Compostela. Se llama Sanabrés porque pasa
por la comarca zamorana de La Sanabria cuya capital es Puebla de Sanabria,
bonita villa de la que hablaremos en posteriores capítulos. Yo decidí añadirle
2 etapas más desde Zamora a Granja, lo que tendría sus consecuencias como
veremos en el último capítulo de este diario.
Camino Sanabrés: primera etapa
17/07/2012
Demoledora etapa para mí. Ha sido el primer día del Camino
este año y atrás quedaron las excursiones por mis queridas montañas de St.
Llorens del Munt y la Serra de l’Obac. Nada que ver. No tanto por la distancia,
que también, sino por el peso que lleva uno encima: la mochila. Y en estas,
de nuevo acude a mi mente la metáfora fundamental
del Camino: la mochila del Camino es la mochila que llevamos en la vida. Y yo
no consigo reducir el peso de la misma
en una cuantía satisfactoria,
aunque éste año algo hice al respecto, pero no lo suficiente. Ya sabéis aquello
de que el peso de la mochila debe ser no superior al 10 % del peso de uno. Pues
bien, pocos días antes de salir, cuando ya había preparado la mochila con todo
aquello que iba a necesitar, la pesé y
mi alegría fue comprobar que tan solo pesaba 8,5 kg. Pero fue pura ilusión, la
noche anterior a mi partida hacia Zamora, aún añadí alguna cosa más que, por la
insignificancia de su peso, pensé que no sumaría gran cosa más a lo que ya
llevaba. Craso error como pude comprobar el día que llegué a Santiago. Pero eso
forma parte de otra historia que ya será contada en su debido momento.
El caso es que el cansancio propio del primer día de
contacto con el terreno ha hecho mella en mí. Al peso de la mochila hay que
añadir el de 1 litro y medio de agua y la cámara de fotos, con lo cual nos
vamos por encima del 10 % aconsejado. En fin, el agua no puede faltar y, aunque
la cámara sí, he decidido llevármela de todos modos.
Salí a las 7,00 hoy, tras haber desayunado en el
albergue, desayuno preparado por el segundo hospitalero, brasileño y unos cuantos años
mayor que yo, con el que ayer tuve una
agradable charla. El otro hospitalero, pues en este albergue hay dos, es
natural de una población del área metropolitana de Barcelona que cuando escribo
esto no soy capaz de recordar. No me pareció que estuviera demasiado contento
con su trabajo o con el albergue que le había tocado pues todos son voluntarios
y están a disposición de la Asociación de Amigos del Camino, salvo en Galicia, donde dependen de la Xunta de Galicia. No estaba
demasiado comunicador, que digamos. Algunos peregrinos se quejaban del trato
que les daba y que más que un hospitalero parecía un sargento del ejército
dando órdenes. En fin, a saber por qué actuaba así.
En principio la etapa tiene 20 km. pero un desvío por
obras del AVE me ha hecho dar una gran vuelta y añadir un par de kilómetros más
a los que dicen las guías, que por cierto no coinciden ninguna en las
distancias que se recorren. A ello se suma el hecho de que el suelo del camino
recorrido hoy es de los peores que pueda haber pues se trata de un suelo
pedregoso que dificulta y enlentece la marcha ya que hay que hacer un esfuerzo
añadido para no resbalar con la multitud de piedras que uno no puede sortear.
Largas rectas de las que no se divisa el final, sólo interrumpidas por algún
desvío a diestra o a siniestra, me han acompañado toda la jornada. Al caminante
le parece que no se van a acabar nunca.
Como consecuencia de todo ello, ni que decir tiene que
no hay ni un solo músculo de mi cuerpo que no me duela y de aquí el comienzo del
escrito de hoy. Sin embargo, nada que no conozca ya de mis anteriores caminos y
sabido es que el primer día es un machaque para el cuerpo, especialmente de
cintura para abajo. Y así será los siguientes 5 o 6 días hasta que el cuerpo se
habitúe a un esfuerzo continuado al que no está acostumbrado. Agradecer, por
otra parte, que el clima nos haya dado un respiro esta mañana ya que una fresca
brisa ha venido a facilitar la caminata, aunque en las horas inmediatamente
posteriores al mediodía la fresca brisa se tornó en templada y, más tarde, aún
hizo calor, pero eso ya no lo sufrí yo pues el madrugón sirve precisamente
para evitar las horas más cálidas del día. Llegué al albergue precisamente a
las 12,30.
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