Mis gatos: Gurri, que lo fue, y Peluchi, que lo es.

sábado, 9 de agosto de 2014

Camino Primitivo 6

17/07/2014

6ª etapa: Borres-Peñaseita. 15 km

Partimos, hoy, más tarde que ayer del albergue aunque tuvimos la oportunidad de hacerlo con anterioridad ya que la gran mayoría de los peregrinos salieron hoy más temprano, en torno a las 6,30. Mis dos jóvenes acompañantes, los canadienses que conocimos ayer y un peregrino de Jaén que durmió en el suelo, permanecimos en la cama mientras observábamos el trajín que se formó cuando la gran mayoría de peregrinos se disponían a partir temprano: ruido de bolsas de plástico al guardar las pertenencias de cada cual, cremalleras que se abren y cierran, linternas de mano o frontales que se encienden y se apagan cual luces de discoteca, ir y venir de los servicios... En fin, las rutinas típicas de cada mañana en el Camino.


Cuando salimos, solo quedaban el albergue los canadienses, de Quebec concretamente -no sé si lo he comentado antes-, madre e hijo. Nos dirigimos al bar acompañados del jienense que ayer nos puso al corriente de las prácticas religiosas de los seminaristas italianos. Cuando llegamos al bar, distante unos 5 minutos del albergue, los susodichos estaban celebrando sus ritos religiosos en la terracita del bar, ocupando todo el espacio ellos solos. Nosotros entramos dentro y tomamos un café con leche y una pasta. Sin demorarnos más, partimos los cuatro y pronto dejamos atrás el pequeño pueblo de Borres. Entonces pasó lo que a menudo pasa cuando se va en grupo, gratamente charlando, y nadie atiende a las señales del camino: nos pasamos de largo un cruce en el que había que dejar la carretera por la que caminábamos. Alguno de nosotros se dio cuenta del error y tuvimos que desandar lo andado, aunque tampoco era demasiado. Volvimos sobre nuestros pasos, pues, y tomamos el camino correcto. Nos quedaban aún algunos km de subida, así que había que tomárselo con calma. Fue entonces cuando el sol comenzó a disipar la niebla y ante nosotros se abrió un paisaje espectacular cuya contemplación compensaba el esfuerzo y los sudores que nos provocaba la subida que estábamos haciendo. 


El resto de la jornada ha sido un continuo subir y bajar que ha acabado por agotar todas las energías de que hoy disponía. En total 15 km, pocos pero duros de transitar, aunque la etapa podía haber sido más corta ya que podíamos habernos quedado 3 km antes, pero para mañana tenemos 8 km de subida al puerto del Palo, el más alto de este camino, con 1146 metros de altura, y esos km de más que hacemos hoy nos los quitamos de la subida tempranera de mañana. Al estudiar, ayer, la etapa de hoy, advertimos que el pueblo anterior -Pola de Allande- al que hoy hemos escogido para pernoctar -Peñaseita-, tenía todos los servicios que puede esperar un peregrino, como ahora, supermercado, cajero, bar, restaurante, farmacia... pero aún así decidimos venir a éste, en el que tal sólo hay un bar, con tal de acortar la etapa y, sobre todo, la subida de mañana al puerto del Palo.


Una larga recta de un km por la carretera que sube al puerto, nos llevó al desvió que nos llevaría al albergue aunque la señalización en este tramo deja algo que desear. Transitamos por un sendero que cruzaba el bosque, a trozos encementado, para facilitar el paso de los caminantes en días de lluvia y, finalmente, tras mucho hacerse esperar, apareció el albergue que a nosotros se nos antojó mucho más lejano de los 3 km que indican las guías que consultamos. Y, además, acabando en una fuerte pendiente que me obligó a hacer varios altos para recuperar la respiración, ya que me era materialmente imposible dar ni un sol paso más antes de haber hecho un pequeño descanso. El saber de la cercanía del albergue animó a mis dos jóvenes acompañantes que se adelantaron y me esperaron al final de la cuesta, cuando el camino llegaba de nuevo a la carretera que hacía un rato habíamos dejado. Llegué prácticamente sin fuerzas pero nada que no pudiera arreglarse con una buena ducha, una buena comida y una buena siesta. A la hora que escribo estas líneas, las 7,30 de la tarde, aún no ha llegado nadie al albergue con lo que es posible que dispongamos del albergue para nosotros tres solos.

miércoles, 6 de agosto de 2014

Camino Primitivo 5

16/07/2014

5ª etapa: Tineo-Borres. 15,2 km

Llevamos 2 días mojándonos y no precisamente porque llueva. Me explico. Caminamos con una intensa niebla y cada vez que pasamos bajo los árboles que jalonan buena parte del camino o sendero o cuando cruzamos el bosque, la menor brisa provoca el desprendimiento de la humedad depositada en las hojas de los árboles en forma de minúsculas gotas de agua producto de la condensación de la propia niebla. Es lo que podríamos llamar precipitación horizontal. Esta forma de precipitación ayuda a mantener encharcados los caminos sobre todo en las zonas más cubiertas por la sombra de los árboles. En fin, ni lo uno ni lo otro es óbice para que el peregrino continúe su andadura un día tras otro. Una pena, eso sí, no poder contemplar el paisaje que se supone espectacular a tenor de lo que explican las guías que el caminante consulta. Esta situación meteorológica se ha mantenido durante toda la mañana. A primera hora hora de la tarde, la niebla sube de nivel y se convierte en nubes bajas que aunque cubren el cielo, nos dejan ver el medio ambiente que nos rodea.

Salimos esta mañana a las 6,30 de la pensión La Posada donde dormimos anoche los hermanos de Viloria (Valladolid) y yo mismo. La hora tempranera de la partida se debe a que nos habían dicho que el albergue de Borres es pequeño y que conviene madrugar para asegurarse plaza en él. De hecho, llegamos los primeros, hacia las 12,15 del mediodía, después de transitar otra etapa rompe-piernas. Nos duchamos y nos fuimos al bar del pueblo a sellar la credencial y pagar pues en este albergue no hay hospitalero. Volvimos al albergue habiendo dejado avisado en el bar que tornaríamos para comer y habiendo concretado  lo que queríamos, de la escasa variedad de platos que la propietaria ofrecía. A las 2 estábamos de nuevo en el bar para dar cuenta de un plato combinado a base de huevos fritos, jamón, patatas fritas y unas tiras fritas de pimiento morrón, acompañado de una caña de cerveza y de postre queso tierno con membrillo. Todo ello por 9 euros.


Cuando retornamos al albergue comprobamos que en Tineo tenían razón quienes nos avisaron ya que el albergue se había llenado. Tres peregrinos dormirían en un colchón en el suelo y otros tres compartirán cama con sus compañeros de andadura a razón de 3 personas durmiendo en dos camas colocándose de forma transversal. Además, 2 peregrinos más descansarán esta noche en una tienda de campaña que la dueña del bar les ha prestado.

Hacia las ocho de la tarde, nos desplazamos de nuevo al bar a tomar algo para la cena, aunque yo solo tomé una infusión. Tenía el estómago pesado después del plato combinado que tomé al mediodía y no quería abusar de él. Allí nos encontramos con un peregrino canadienses, alto y joven acompañado de su madre. Él durmió encima de mi litera y ella lo había hecho a su vez en un colchón en el suelo, en la entrada del albergue. Al ser de la región del Quebec, dominaban tanto el francés, que era su lengua materna, en la que ellos se comunicaban, y el inglés. Entre una y otra lengua pudimos mantener una conversación más o menos entendedora para ambas partes, eso sí, con la ayuda inestimable de la joven Cristina que era quien más inglés sabía de nosotros tres. Era ella quien cuando su hermano o yo no acabábamos de comprender lo que los canadienses nos decían, intervenía haciendo de traductora. Así pasó el tiempo y serían las 9,30 cuando decidimos volver al albergue y prepararnos para descansar. Un peregrino de Jaén, otro que durmió en el suelo, nos comentó lo que nos habíamos perdido durante nuestra ausencia: el grupo de 12 peregrinos italianos, que llegaron escalonadamente al albergue a partir de las 13,00, resultaron ser seminaristas que acompañados de un sacerdote hacían su particular camino y celebraban misa allá donde les tocaba pernoctar. Así lo había podido observar el peregrino jienense y así nos lo contó a nosotros. 

martes, 5 de agosto de 2014

Camino Primitivo 4

15/07/2014

4ª etapa: Salas-Tineo. 20 km

¡Tanto que temía la cuesta incial de la etapa de hoy! Y al final, ha sido la etapa en que mejor me he sentido de las que llevamos hechas. La etapa empezaba con una cuesta de 6 km que me ha hecho sudar de lo lindo. No obstante, al no haber bajada, la rodilla apenas me ha dado la lata. También ha ayudado el hecho de haberme comprado y usado una rodillera en prevención de lo que pudiera pasar.

La protagonista del día ha sido la niebla, que nos ha acompañado hoy hasta bien entrada la tarde. Al final, se ha disipado y el Sol ha impuesto su ley, quedando unas cuantas horas aún de un bonito día. El grado de humedad, empero, ha sido y es notable, con lo que la sensación de bochorno se ha hecho sentir todo el día. 

Destacar, también, el encuentro con una troupe de jóvenes peregrinos, 41 más 6 monitores, con los que hoy he compartido camino. Son de Valencia, de un colegio de hermanos marianistas, según me cuenta una joven peregrina llamada Marta, de 17 años, que camina sola en el momento que se cruza conmigo, me da los buenos días y afloja el paso para quedarse a mi altura durante el tiempo suficiente como para deducir que busca la compañía de alguien o quiere mantener conversación con alguien -o, probablemente, ambas cosas- que no sea alguno de sus compañeros o compañeras, los cuales van casi todos delante como tuve oportunidad de comprobar anteriormente . 

Empiezo entonces a interesarme por ella  y le pregunto algunas cosas sobre ellos. Me explica que vienen cada año al Camino al acabar 1º de bachillerato y que ya vienen entrenados puesto que el año anterior fueron a hacer alguna travesía a los Pirineos. Además, dice mi interlocutora, suele venir voluntariamente la gente que le gusta el deporte y quien más y quien menos practica alguno, como es su caso. También le pregunté a donde tenían previsto ir a dormir. Esto me interesaba puesto que Guillermo, el chico de Valladolid, me había dicho por el whatsapp que se dirigían al albergue en que nosotros teníamos previsto hacer noche y, aunque yo sabía por experiencia que no se suele admitir grupos tan numerosos en los albergues públicos, también se por experiencia que a veces se hacen excepciones, como ocurrió en un albergue de Galicia, en el Camino francés, hace unos años cuando yo acaba las últimas etapas de ese camino. Me contestó que iban a dormir en un pabellón deportivo que ya habían concertado previamente. Ello me tranquilizó, aunque ya había quedado con Guillermo en reservar una habitación triple en una pensión de Tineo por si las moscas. Aclarado el asunto, le pregunté también la razón de porqué venían al Camino y me contó que lo hacían para fortalecer el espíritu y la fe. La chica se explicaba bien y, aún discrepando de ella por lo que respecta a las motivaciones, muy respetables por otra parte, la conversación se nos hizo muy amena a los dos o eso me parece a mi. Así anduvimos un buen rato hasta llegar a la entrada de Tineo, nuestro común destino. Ella divisó a lo lejos a uno de sus compañeros y al acercarnos le confirmó que allí se acababa su andadura por hoy. Nos despedimos y nos deseamos mutuamente "buen camino", la expresión que la mayoría utiliza para saludar a otros peregrinos. Algo más adelante, ya en pleno pueblo, vi a Guillermo que me esperaba para llevarme a la pensión donde había reservado habitación para los tres, él, su hermana Cristina y yo. Por 50 euros, compartimos una habitación con dos camas y un supletorio, que yo escogí para dormir, que resultó ser más cómodo que las camas literas de los albergues que habíamos visitado hasta entonces.



lunes, 4 de agosto de 2014

Camino Primitivo 3

14/07/2014

3ª etapa: San Juan de Villapañada-Salas. 20 km

Dejé el albergue a las 7 de la mañana y he llegado a Salas poco después de las 13,00. De entrada, casi 3 km de subida hasta el alto del Fresno, donde se halla el santuario del mismo nombre desde el cual se tiene unas excelentes vistas de la vega de Grado y de la propia villa, vistas que se han visto afeadas en los últimos años por la construcción de la autovía.


Dura subida pero llevadera, por estar al principio de la etapa, cogiéndole al caminante con las energías renovadas por el descanso nocturno y con el frescor de la mañana. Una vez arriba, comprueba uno, como tantas veces veces pasa en la montaña, que es peor la bajada que la subida. Así ha sido hoy y aún así se ha visto dificultado por la gravilla que cubre el camino, echada, eso sí con la mejor intención pues en días de lluvia este debe de ser un barrizal. Había que extremar, pues, las precauciones, ya que fácilmente se puede tener un resbalón que podría complicar la continuidad del peregrino. No fue así, afortunadamente. Sin embargo, la rodilla izquierda, ya resentida ayer, ha acabado, con insistencia, haciendo un símil deportivo, pidiendo el final del partido, esto es de la etapa. Pero me quedaba aún la mitad de la etapa por recorrer, así que no tuve más remedio que aflojar el ritmo y continuar. Por suerte, la otra mitad que me restaba era "llana" -entrecomillo porque aquí los llanos no existen. Llano, pues, en este camino, significa poco ondulado, o sea, subidas y bajadas suaves, soportables.



Aún así, he llegado además de cansado por los 20 km recorridos, fastidiado en la rodilla izquierda. En las bajadas, las rodillas sufren más que cualquier otra parte de las piernas pues han de realizar la función de amortiguación y freno. Espero que una pomada y un comprimido anti-inflamatorio me ayuden a afrontar lo que se avecina mañana: la misma distancia, 20 km, pero con un perfil que, al menos sobre el papel, se ve mucho más temible que el de hoy. En fin, uno se consuela diciéndose la suerte que tiene de que se haya abierto un albergue a mitad de etapa, en La Espina, y si fuese necesario pararía allí para dividir la etapa y hacerla más aguantable.


Por lo demás, he vuelto a coincidir con Guillermo y Cristina, los hermanos vallisoletanos, acompañados de los cuales he podido degustar una opípara comida consistente en   6 contundentes y ricos platos más postre y bebida. El orden en que se han servido los platos ha sido el siguiente: sopa de pescado (con sabor a pescado de verdad), fabada, pote asturiano, patatas rellenas, espaguetis y bonito guisado con patatas fritas. Todo esto se servía en una fuente grande, con cantidad más que de sobra para tres comensales, y uno se iba sirviendo lo que deseaba. Había peligro pues de empezar fuerte con los primeros platos y acabar degustando pequeñas porciones de los demás por lo que teníamos que regular nuestras ansias de repetir de alguno de ellos si es que queríamos probarlos todos.De postre, una riquísima tarta casera de queso con arándanos. Todo nos costó a cada uno 10 euros. Salí del pequeño restaurante con la seguridad de que me ahorraría la cena de hoy. El lugar se llama Casa Pachón y conviene recordarlo por si vuelve uno a pasar por aquí.

Camino Primitivo 2

13/07/2014

2ª etapa: Escamplero-Grado (S.Juan de Villapañada) 17 km

Contemplando Grado o Grao, como dicen los moscones/as, gentilicio que se dan  los lugareños, desde un lugar privilegiado, me pongo a escribir estas líneas a fin de atesorar las sensaciones, vivencias, imágenes... que va uno recogiendo por el Camino. Mi frágil memoria las borraría pronto como vengo comprobando camino tras camino, año tras año y ya van 8 los que salgo a hacerlo.


Me hallo en el albergue de Grado, que propiamente no está en esta hermosa villa asturiana, sino a 4 km de ella, en el lugar llamado San Juan de Villapañada, del concejo de Grado. Paré a descansar en el parque de esta villa, por mi  ya conocida de mi visita al final de un anterior Camino, por ver si recordaba algo, y aunque la crucé de punta a punta no pude recordar apenas nada, tan sólo algo del parque en el que me encontraba descansando. Vine, entonces, de visita a conocer el pueblo donde se crió mi compañera y amiga Carmen González, a la que siempre llamé, y llamábamos todos en el cole, la asturiana, pues hacía gala permanentemente de su asturianidad, eso sí, sin desmerecer otras regiones de España. En fin, intenté recordar aquellos momentos vividos en este pueblo grande, siempre acompañado por mi cicerona que me dió alojamiento y acogimiento en su casa, donde aún vive su madre buena parte del año. Una vez descansado, re-emprendí la marcha camino del albergue del cual sabía que se encontraba a mayor altura que el pueblo por el que transcurría el camino. Así que me dispuse y mentalicé para afrontar la subida que me esperaba durante prácticamente 4 km. Resultó ser durilla máxime cuando se llega a ella a una hora en que el sol, ya alto, comienza a calentar de lo lindo. 

Desde el lugar donde se asienta el albergue, se divisa buena parte del pueblo que acababa de dejar, con unas vistas espléndidas que tenían como fondo los picachos de la cordillera Cantábrica allá en lontananza, cubriéndose y descubriéndose a medida que las nubes bajas y nieblas avanzaban por sus faldas. Como música de fondo, el cencerro de unas ovejas que pastan en un prado cercano, el ruido de un tractor que pasa por la carretera que discurre unos metros más arriba del albergue, un labriego que recoge hierba, ya seca, para alimentar el ganado durante el invierno y, como no, un grupo de jóvenes peregrinos que comparten sus anécdotas en medio de bromas, chistes y abundantes risas.

Llegué al albergue, sudando lo que no había sudado en toda la etapa. Y es que las cuestecitas que he tenido que salvar, ¡se las traen! Pronto comprobé que era el primero en llegar. La puerta, no obstante, se encontraba encajada pero no cerrada. Una nota clavada en la puerta avisaba que estaba abierta. Un nudo en una cuerda mantenía las dos hojas de la puerta de forma que desde lejos parecía cerrada. Deshice el nudo y entré. La primera impresión fue la de entrar en una casa y no en un albergue; tal era el ambiente hogareño que se le había dado a este espacio de acogimiento. Esa impresión se confirmó luego, cuando llegaron, y no tardaron en hacerlo, los siguientes peregrinos que resultaron ser dos hermanos ya conocidos por mi del albergue anterior. Él, el mayor, llamado Guillermo y, ella, la pequeña, llamada Cristina, de 23 y 15 años respectivamente, son de un pueblo de la provincia de Valladolid, cercano a la de Segovia, llamado Viloria. 

A estas horas, las 7 de la tarde, cuando recojo, negro sobre blanco, mis impresiones del día, el albergue está casi lleno y, según Domingo, el afable hospitalero, es posible que no se llene porque hay partido importante del mundial del fútbol que se está jugando en estos días.

En cuanto a la etapa de hoy, hubo un primer tramo en que se bajó lo que ayer se subió, un segundo tramo que discurre por la vega de Grado, regada por el río Cubia, afluente del Nalón, río salmonero, este último, donde los haya; el tercer y último tramo, de nuevo subida al albergue. Mis rodillas, sobre todo la izquierda se han resentido en la bajada y el lumbago ha hecho acto de presencia. Sin embargo, ello no es nada que no se puede superar con una buena dosis de ilusión como es la que todos los que venimos al Camino traemos ya de nuestra casa.