Mis gatos: Gurri, que lo fue, y Peluchi, que lo es.

miércoles, 6 de agosto de 2014

Camino Primitivo 5

16/07/2014

5ª etapa: Tineo-Borres. 15,2 km

Llevamos 2 días mojándonos y no precisamente porque llueva. Me explico. Caminamos con una intensa niebla y cada vez que pasamos bajo los árboles que jalonan buena parte del camino o sendero o cuando cruzamos el bosque, la menor brisa provoca el desprendimiento de la humedad depositada en las hojas de los árboles en forma de minúsculas gotas de agua producto de la condensación de la propia niebla. Es lo que podríamos llamar precipitación horizontal. Esta forma de precipitación ayuda a mantener encharcados los caminos sobre todo en las zonas más cubiertas por la sombra de los árboles. En fin, ni lo uno ni lo otro es óbice para que el peregrino continúe su andadura un día tras otro. Una pena, eso sí, no poder contemplar el paisaje que se supone espectacular a tenor de lo que explican las guías que el caminante consulta. Esta situación meteorológica se ha mantenido durante toda la mañana. A primera hora hora de la tarde, la niebla sube de nivel y se convierte en nubes bajas que aunque cubren el cielo, nos dejan ver el medio ambiente que nos rodea.

Salimos esta mañana a las 6,30 de la pensión La Posada donde dormimos anoche los hermanos de Viloria (Valladolid) y yo mismo. La hora tempranera de la partida se debe a que nos habían dicho que el albergue de Borres es pequeño y que conviene madrugar para asegurarse plaza en él. De hecho, llegamos los primeros, hacia las 12,15 del mediodía, después de transitar otra etapa rompe-piernas. Nos duchamos y nos fuimos al bar del pueblo a sellar la credencial y pagar pues en este albergue no hay hospitalero. Volvimos al albergue habiendo dejado avisado en el bar que tornaríamos para comer y habiendo concretado  lo que queríamos, de la escasa variedad de platos que la propietaria ofrecía. A las 2 estábamos de nuevo en el bar para dar cuenta de un plato combinado a base de huevos fritos, jamón, patatas fritas y unas tiras fritas de pimiento morrón, acompañado de una caña de cerveza y de postre queso tierno con membrillo. Todo ello por 9 euros.


Cuando retornamos al albergue comprobamos que en Tineo tenían razón quienes nos avisaron ya que el albergue se había llenado. Tres peregrinos dormirían en un colchón en el suelo y otros tres compartirán cama con sus compañeros de andadura a razón de 3 personas durmiendo en dos camas colocándose de forma transversal. Además, 2 peregrinos más descansarán esta noche en una tienda de campaña que la dueña del bar les ha prestado.

Hacia las ocho de la tarde, nos desplazamos de nuevo al bar a tomar algo para la cena, aunque yo solo tomé una infusión. Tenía el estómago pesado después del plato combinado que tomé al mediodía y no quería abusar de él. Allí nos encontramos con un peregrino canadienses, alto y joven acompañado de su madre. Él durmió encima de mi litera y ella lo había hecho a su vez en un colchón en el suelo, en la entrada del albergue. Al ser de la región del Quebec, dominaban tanto el francés, que era su lengua materna, en la que ellos se comunicaban, y el inglés. Entre una y otra lengua pudimos mantener una conversación más o menos entendedora para ambas partes, eso sí, con la ayuda inestimable de la joven Cristina que era quien más inglés sabía de nosotros tres. Era ella quien cuando su hermano o yo no acabábamos de comprender lo que los canadienses nos decían, intervenía haciendo de traductora. Así pasó el tiempo y serían las 9,30 cuando decidimos volver al albergue y prepararnos para descansar. Un peregrino de Jaén, otro que durmió en el suelo, nos comentó lo que nos habíamos perdido durante nuestra ausencia: el grupo de 12 peregrinos italianos, que llegaron escalonadamente al albergue a partir de las 13,00, resultaron ser seminaristas que acompañados de un sacerdote hacían su particular camino y celebraban misa allá donde les tocaba pernoctar. Así lo había podido observar el peregrino jienense y así nos lo contó a nosotros. 

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