Mis gatos: Gurri, que lo fue, y Peluchi, que lo es.

viernes, 22 de agosto de 2014

Camino Primitivo 18

29/07/2014

Décimo-octava y última etapa: O Pedrouzo-Santiago de Compostela. 20 Km

Serían las 7,30 cuando partimos de O Pedrouzo, sin prisa, por aquello de que eran los últimos 15 km para mis compañeros, que se quedaban en el Monte do Gozo, a tan sólo 5 km de Santiago, y la última etapa para mi, de 20 km en total. Quizás en otros tiempos me hubiese quedado con ellos en este monstruoso albergue pero a estas alturas, después de haber llegado 5 veces a Santiago y de 8 años de caminos, uno tiene claro que hay que hacer lo que le pida el cuerpo o, simplemente, lo que a uno le viene de gusto. Y a mi me apetecía llegar a Santiago y descansar a mis anchas en un hotel. 


Han sido, pues, 15 km junto a mis compañeros de andaduras en estos últimos días, en una etapa más o menos llana, aunque con algún que otro repecho, sin más complicaciones que el haber de subir de nivel durante no mucho tiempo. Atrás quedaron los puertos, las grandes rampas y los grandes repechos, por fortuna para el peregrino. Además, como ya he comentado en otras ocasiones, el camino en compañía es bastante menos duro. Cosas de la mente, digo yo.



 Por lo que respecta al desarrollo de la etapa pues ha sido casi calcada de las anteriores: Andrés, con su habitual inquietud, se pone el primero y tira millas hasta que lo perdemos de vistas; Isabel, Joaquín y yo que vamos conversando, mejor dicho, Joaquín habla y nosotros escuchamos, y, a lo sumo, de vez en cuando, metemos baza; yo que me adelanto en algún momento para andar solo un rato y, después, me detengo a esperarlos; nos encontramos a Andrés que nos espera en algún bar y paramos los 4 a descansar y tomar un refrigerio, que en esta ocasión ha sido un buen pincho de tortilla con su correspondiente caña de cerveza. Así hasta que llegamos a Monte do Gozo y nos separamos sin despedirnos, puesto que había quedado con ellos en ir a esperarlos a la plaza del Obradoiro cuando ellos lleguen mañana por la mañana, a buena hora para asistir a la misa del peregrino, que a mi bien poco me interesaba.


Bajando de Monte do Gozo enseguida se divisa Santiago y se entra en el extrarradio de la ciudad. A las 13,45 llegaba al hotel en el que ayer reservé habitación. Después de cumplir con algunas de las rutinas del camino, esta vez se trataba tan solo de asearme, salí a buscar un restaurante para comer. Lo encontré a la vuelta de la esquina. Al acabar volví al hotel a echar una siesta no sin antes llamar por teléfono a Guillermo y a su hermana para quedar con ellos por la tarde a tomar algo y despedirnos. Estuvimos un buen rato en la terraza de un bar, en plena Rua do Franco, que debe ser la calle más transitada de la ciudad a tenor del enorme número de personas que por ella pasan. Y, lógicamente, tiendas, bares y restaurantes copan todos los locales habidos en esta calle. Me pregunto si la gente pasa por ella a raíz de la atracción que supone tanta tienda, y tanto establecimiento de hostelería o estos negocios se establecieron aquí porque era la calle más transitada. Posiblemente ambas cosas a la vez. 


Tras un buen rato departiendo y riendo con las anécdotas del camino, con mis compañeros de andadura durante tantos días, llegó el momento de despedirnos y la emoción saltó a flor de piel en los tres. Después, recorrí la calle peatonal en la que estaba, mirando aquí y allá sin esperar ver nada en concreto, atento a no chocar con la gente que circulaba en uno u otro sentido de la calle; mirando los precios de los menús que se ofertaban en la puerta de los numerosos restaurantes, por ver si alguno me interesaba; recordando tiendas en las que en anteriores años había estado para comprar algún recuerdo o tan sólo para mirar, para llegar al final de la calle y sentarme en la terraza cubierta de un bar, allí donde la calle se ensancha y da paso a un parque también muy transitado. Tomé un bocadillo y una cerveza y me fui en busca del hotel. Un año más mi estancia en el Camino de las Estrellas y en la ciudad que toma su nombre de ellas 
-Compostela, significa campo de estrellas- llegaba a su fin. Tanto la llegada como la partida de la ciudad que acoge el sepulcro del Apóstol no han sido especialmente emotivas como en los primeros años. Santiago empieza a resultarme una ciudad un tanto cargante. Tiene uno la sensación de que el Camino se acaba antes de llegar a la ciudad y es que el número de turistas aquí es muy grande y eso le quita el encanto que tiene el Camino en su recorrido por las diferentes comunidades que atraviesa. En fin, se acaba un Camino y ya van 6, pero empieza a rondar por mi cabeza la ilusión por hacer otro que, ahora mismo, no tengo ni idea cuál será. Candidatos hay y quedan unos cuantos aún.


jueves, 21 de agosto de 2014

Camino Primitivo 17

28/07/2014

17 ª etapa: Arzúa- O Pedrouzo: 20 km

Ésta, como las noches anteriores, desde que tuve la caída, no ha sido una buena noche para mi. Aunque seguramente ha sido la noche en que más he sentido las secuelas del pequeño accidente que tuve ya hace unos días. Como expliqué en su momento, un resbalón me llevó al suelo  y el golpe afectó sobre todo al hombro derecho que ya traía dolorido al camino, de hecho me acababan de diagnosticar artrosis en ese hombro. Así es que las últimas noches no han sido muy provechosas en cuanto a horas de dormir y, por lo tanto, en cuanto a la efectividad del descanso. La realidad es que me encuentro mejor con la mochila encima y caminando que propiamente en la cama, ya que no encuentro una postura que me deje relajado y aliviado de manera que pueda descansar adecuadamente. En fin, ya queda poco para finalizar el camino, de hecho tan sólo un día, y llegar a Santiago si todo va bien.


La etapa de hoy ha sido fácil en cuanto a la topografía del terreno. Un par de cuestas y lo demás todo ha sido prácticamente llano. El primer tercio de la etapa lo hice acompañado de Isabel, la gaditana de preciosos ojos verdes. Durante la conversación que mantuvimos, volvimos a incidir en temas ya tratados en el día anterior. Detrás venían los malagueños, Andrés y Joaquín. Este último, partió esta mañana con miedo por ver si aguantaría el dolor que un callo en la planta del pie derecho le viene produciendo últimamente y que cada vez iba a más. Paramos Isabel y yo a descansar y tomar algo y no tardaron mucho en aparecer ellos. Eso era buena señal, no le habíamos sacado mucha ventaja. Después de haber descansado un poco, fui al servicio y al volver sólo estaba Joaquín. Isabel y Andrés habían partido ya y nosotros partimos tras ellos. No los alcanzamos ya que Joaquín y yo encontramos la Casa Verde, un bar muy sui generis donde la hija de Joaquín estuvo el año pasado con su marido, haciendo el camino, y donde, tan bien fueron recibidos, que fueron invitados a comer con ellos, teniendo después una agradable velada musical en la que el yerno de Joaquín tocaba la flauta acompañando a un hipy conocido de los propietarios del bar. Su hija le había pedido a mi compañero que se pasase a saludarlos y les enseñase una fotografía del hijo, que por entonces, cuando estuvieron aquí el año pasado, ella esperaba. Y así lo hizo Joaquín que fue recibido con mucha simpatía por el ama y alma del bar que nos invitó a tomar un chupito de orujo haciéndonos después las correspondientes fotos, en las que posaron también los hijos, que trabajaban en el bar. 


Hoy hemos decidido dormir en un albergue privado por aquello de que se le supone algo más de comodidad y de limpieza. Además nos habíamos demorado en la parada de la Casa Verde y probablemente el albergue público estuviera ya lleno a la hora que llegamos a O Pedrouzo. Mañana, probablemente, si es que no cambian de opinión, el cuarteto se deshará  ya que mis tres compañeros han decidido quedarse en el albergue de Monte do Gozo a tan sólo 7 km de Santiago a fin de poder asistir mañana a la misa del peregrino que se celebra a las 12 en la catedral de Santiago. Este albergue es el mayor  que se pueda encontrar en España y fue construido para alojar a los numerosos peregrinos que visitaron Santiago cuando el Papa visitó hace ya unos cuantos años la ciudad del Apóstol. Puede acoger más de 800 visitantes y tiene todo tipo de servicios que pueda necesitar el peregrino. Como quiera que a mi no se me ha perdido nada en dicha misa pues seguiré mi camino mañana hasta Santiago. Tengo ganas de descansar en un hotel donde espero encontrar una cama más cómoda que la de los albergues que venimos visitando. Mis hombros me lo agradecerán.

miércoles, 20 de agosto de 2014

Camino Primitivo 16

27/07/2014


16ª etapa: Melide-Arzua: 14 km

Normalmente, la etapa que se suele hacer, y así lo indican las guías, es la de Melide-O Predrouzo, de casi 33 km, pero nos parece demasiado larga y tampoco queremos entrar en la dinámica de estas últimas etapas ya cercanas a Santiago, de madrugar exageradamente para salir a horas tan intempestivas como las 4 o las 5 de la madrugada, cosa que se hace para llegar a tiempo al albergue y encontrar sitio.


Salimos juntos los del cuarteto y enseguida Andrés puso la directa y desapareció de nuestra vista. No le vimos hasta llegar a destino. De manera que  Isabel, Joaquín y yo hemos hecho toda la etapa juntos. Esta vez ha sido Joaquín el que se ha abierto y nos ha contado algunos acontecimientos importantes de su vida en los últimos años. Así, casi sin darnos cuenta, haciendo alguna que otra paradiña para reponer fuerzas o descansar, se nos ha pasado la etapa en un periquete, tal cual me ocurrió ayer caminando y conversando con Isabel. Al entrar en el pueblo de Arzua, nuestro destino hoy, pueblo en el que se fabrican los quesos con D.O. del mismo nombre, Andrés nos esperaba en un bar tomándose un refrigerio. Se quejó de que llevaba mucho tiempo esperándonos y nosotros le contamos que nos habíamos desviado de la ruta por lo que tuvimos que andar algo más. El caso es que llegamos a un punto en que la dirección que habíamos de seguir no nos quedaba clara. Otros peregrinos parecían también perdidos en aquel punto y finalmente optamos por una dirección que nos hizo andar más de la cuenta. 


Una vez habíamos retomado la ruta correcta y puestos ya en la buena dirección nos paramos a hablar con alguien a quien creímos peregrino, atraídos por un cachorro de perro pastor que nos llamó la atención. Le preguntamos lo típico que se le pregunta a un peregrino en estos casos: que de dónde venía. Nos dijo que no era un peregrino sino más bien un trotamundos, que salió de su ciudad, Praga,  hacía 37 meses y había caminado más de 7.000 km, que vivía de lo que la gente le daba, afirmó que no pedía dinero, o trabajando en pueblos y aldeas a cambio de cobijo y comida y que había recogido a su cachorro de una gasolinera donde alguien lo abandonó. Le preguntamos por la causa de su camino y nos explicó que en Praga se dedicaba a la cría de caballos y que con la crisis el negocio lo había acabado por arruinar, perdiéndolo todo, incluso su casa, por lo que decidió tomar la mochila y partir para España. Ciertamente nos conmovió su historia, que nos pareció sincera y verosímil, y casi al unísono los tres sacamos nuestro monedero para darle unas monedas con las que pudiese comer bien al menos un día. Nos agradeció insistentemente el gesto y nosotros partimos hacia nuestro destino. Durante unos minutos caminamos mudos, impresionados por la historia de este checo expulsado de su país por la crisis económica que a todos los países afecta en mayor o menor medida. 


A la hora en que escribo este diario, mis compañeros de camino se han marchado a la misa del peregrino, que se dice en una iglesia cercana al albergue, en el cual, y ya van dos días en que lo vemos, se ha puesto el cartel de completo en la puerta. Aunque la abundante oferta de alojamiento privado hará que nadie se quede sin una cama donde descansar. En este punto me acuerdo del checo y su perro que no disponen de dinero para permitirse dormir bajo techo y en cama y si bien en verano se duerme en cualquier sitio y basta con un saco, en invierno, como nos dijo él, se pasa realmente mucho frío.

martes, 19 de agosto de 2014

Camino Primitivo 15

26/07/2014

15ª etapa: As Seixas-Melide. 14 km

Etapa corta y relajada en todos los aspectos. De entrada, ya no camino con los hermanos de Viloria (Valladolid), Cristina y Guillermo, que decidieron avanzar un poco más en la etapa de ayer y ya no los he vuelto a ver. En fin, se les echa de menos, son unos jóvenes legales, como se diría en el argot que utiliza la gente joven de ahora. Pero es el Camino el que dispone, el que une y el que separa por múltiples circunstancias.

Así pues, se deshizo un trío, que ha durado desde Escamplero, donde nos conocimos, para constituirse un cuarteto formado por una profesora de instituto, Isabel, de Alcalá de los Gazules, Cádiz, y dos malagueños muy salados ellos, Joaquín y Andrés y yo mismo. Isabel y yo hemos caminado juntos buena parte de los 14 km que nos separaban de Melide. Ayer fue Joaquín quien lo hizo. Y como el Camino se presta a ello, hemos mantenido una agradable conversación que me ha hecho mucho más llevadera la andadura. Es curioso como se abre uno ante personas que no conoce de nada, contándole cosas de tu vida, vivencias e intimidades que posiblemente no se cuentan a otras personas mucho más conocidas. Y es que el Camino se presta, como decía Marifé, la hospitalera del albergue que hemos dejado esta mañana, a intimar con personas que probablemente no se verán más, siendo, quizás, ese, el motivo de la apertura mental y relacional que uno adopta cuando viene al Camino. Y es que aquí uno se muestra tal como es, se quita la máscara que todos, más o menos, llevamos en la vida, contando nuestras cosas sin miedo al que dirán, tal y como son. 

Estamos en Melide, pueblo conocido en los 5 continentes entre la gente que ha hecho el Camino ya sea el Francés o el Primitivo, por uno de los restaurantes que aquí se abrieron a raíz del boom del Camino y que se especializó en el pulpo a feira o a la gallega, como es conocido, ya, internacionalmente. La fama de Melide se debe pues, al pulpo que se ofrece en el restaurante Ezequiel, nombre que le viene de su fundador. Hoy día, el restaurante lo lleva su hijo, también con igual nombre. Y como no podía ser de otra manera, allí que fuimos los del cuarteto a probar el famoso pulpo que comimos regado con un buen ribeiro y unos pimientos del padrón, además de bacalao a la gallega, que pidieron los malagueños, de manera que al final todos probamos de todo. 

Al salir de casa Ezequiel, Joaquín, el alto y dicharachero malagueño, nos invitó a tomar el café o lo que se presentara ya que era su cumpleaños. Yo me tomé un café y un chupito de orujo blanco con hielo. De esta manera, nos dieron casi las seis cuando llegábamos al albergue.

lunes, 18 de agosto de 2014

Camino Primitivo 14

25/07/2014

14ª etapa: San Román de Retorta-As Seixas. 16 km

Otra etapa relativamente corta que, a la vez que compensa esfuerzos de días pasados, sirve para partir lo que de otra manera sería una etapa de 30 km hasta Melide, donde el Camino Primitivo se encuentra con el Camino Francés, y, ciertamente, yo no estoy dispuesto a hacer una etapa tan larga.

Más o menos ondulada, la topografía del terreno de hoy no ha supuesto ningún esfuerzo fuera de lo previsto aunque el cuerpo empieza a estar ya un tanto harto de magulladuras y lesiones varias. Pero quiero dejar a un lado lo negativo y me voy a centrar en los aspectos positivos del Camino que son muchos más que los negativos. Como, por ejemplo, los ratos de asueto en que los peregrinos compartimos experiencias, vivencias, sensaciones..., no tan sólo del Camino sino, también, de la propia vida de cada uno. Tal ha sido el caso de hoy. La hospitalera del albergue, Marifé, que con una gracia particular al contar las anécdotas propias de su albergue rompe los esquemas y tópicos sobre la mayor o menor gracia de los habitantes de tal o cual región de España. Marifé es gallega y vive en esta aldea donde nos encontramos, As Seixas, a la cual el Camino le da una vidilla que de otra forma no tendría. Pues bien, como decía, la gracia con que esta simpática hospitalera cuenta sucesos curiosos de su, se nota cuando habla, querido albergue o estimados peregrinos. Cuando escribo estas líneas, está Marifé en la puerta del albergue mientras un grupo de 10 peregrinos asisten risueños al relato que hace ella de numerosas anécdotas ocurridas en este alojamiento. Así estuvo un buen rato y los peregrinos con ella, hasta que algo la ocupó. Algo más tarde, en nuestra habitación, donde dormimos 6 peregrinos, entre ellos los dos malagueños que conocimos en Lugo y San Román de Retorta, también se dio una situación que vino a durar una media hora en la que unos y otros, con Marifé de por medio, reímos de lo lindo con nuevas ocurrencias y vivencias que contaba la hospitalera. Esta mujer, pensé yo, es un saco sin fondo a la hora de contar cosas del albergue, incluso de su propia vida.

Nos faltan cuatro días para llegar a Santiago. El albergue en el que dormiremos hoy está muy bien. Atrás quedaron las dudas sobre si seguir mi andadura hasta Santiago  o tomar el camino de vuelta a casa cuando llegue a Melide, tal y como me planteé en días anteriores. Este camino me ha resultado el más duro de todos. Yo lo sabía porque me había informado en anteriores años y siempre dejaba para más adelante el afrontarlo. Este año me dije a mi mismo que seguramente no tendría muchas oportunidades más de hacerlo ya que los años pasan y no perdonan, de manera que vi clarísimo que o lo afrontaba ya o pocas oportunidades más tendría de poder vivirlo. Ha sido dura, sobre todo, la parte asturiana pues ha sido un continuo subir y bajar montañas y aunque aquí en Galicia también las hay para nada pueden compararse en su dureza como puede comprobarse observando los perfiles de las etapas en una u otra guía.

sábado, 16 de agosto de 2014

Camino Primitivo 13

24/07/2014

13ª etapa: Lugo-San Roman de Retorta. 18 km

Partimos del albergue de Lugo a las 7,15 y las conchas de vieira nos guiaron hasta la puerta de Santiago por donde se abandona la ciudad en dirección al puente romano, restaurado en su parte superior, sobre el río Miño. Poco después, sin dejar la carretera durante un rato y en continuo ascenso, empecé a sudar de lo lindo. Enseguida, también, noté que la de hoy no iba a ser una etapa fácil y no es que la orografía del terreno fuese muy complicada, no, simplemente que yo no me encontraba bien. Me sentía mareado, aunque tampoco era esa la palabra adecuada para definir mi estado. Lo notaba, sobre todo, en el tercio superior de la cabeza. Además, tampoco tenía demasiadas fuerzas para llevar un ritmo fijo, por lento que fuera. Mis compañeros de andadura me preguntaron en diversas ocasiones si me pasaba algo pero yo no sabía explicarles cómo me sentía, ya que yo mismo tampoco lograba explicármelo. Así anduve un buen rato. A mitad de etapa, había un desvío que llevaba hasta unas termas romanas aparecidas en 1926 cuando se excavaba para hacer una tumba. Se encontraron pinturas y mosaicos de la época tardo-romana que ahora se pueden visitar. Guillermo y Cristina decidieron desviarse para visitarlas pero yo no me sentía ni con ganas ni con energías para hacer 3 km de más por el desvío. Nos separamos con la intención de reencontrarnos en el albergue donde me hallo, en el cual, ayer, habíamos reservado cama en previsión de no encontrarla en el albergue público que se halla muy cerca de aquí.

Una vez dejamos la carretera, la ruta seguía por un camino carretero que discurría a través de un precioso bosque de robles, mi árbol preferido, aquí llamados carballos. A lado y lado del camino, como encauzándolo, un  pequeño murete de piedras graníticas desgastadas por el tiempo y por el musgo verde que las recubría, también las ramas de los robles, de manera que el caminante tiene la impresión de encontrarse dentro de un paisaje recubierto de terciopelo verde por la mano de un caprichoso artista. Vinieron, entonces, a mi memoria recuerdos de otras épocas. Me acordé de mi hermano mayor, recientemente operado del riñón, que le ha sido extirpado y le dije, en mi imaginación, aquello que tanto me cuesta decir a mis seres queridos: que los quiero. En fin, las sensaciones se sucedían unas a otras y en un momento dado, paré para hacer una foto e inmortalizar ese ambiente que tanto me estaba haciendo sentir. Hice un par de fotos y me giré sin saber porqué. A mi izquierda, a escasos metros se alzaba un magnifico ejemplar de roble que enseguida llamó mi atención. Sin descabalgarme la mochila me acerqué hacia él con la intención de darle un abrazo, tal y como lo he hecho en tantas ocasiones en mis excursiones por el parque natural de Sant Llorens del Munt i l'Obac, en Barcelona. Me quedé abrazado a él unos minutos mientras me encontraba cada vez más a gusto. Después reemprendí mi camino. 

Decidí que era buen momento para escuchar música, algunos de mis temas preferidos, aquellos que me tocan la fibra sensible y me hacen conectar con quién sabe qué emociones ocultas o perdidas en los más oscuros recovecos de mi inconsciente. La suma de la música más el paisaje bucólico en el que estaba inmerso hicieron acudir a mis ojos unas lágrimas que pronto fueron a más, acompañadas de algún que otro quejido que salía de lo más profundo de mi ser. Era necesario, pues, que no fuese a visitar las termas, lo que en otras circunstancias hubiese hecho, para poder encontrarme sólo y dejar fluir todas las emociones que, de ir acompañado, no me hubiese permitido sentir. Eran, éstas, sensaciones y vivencias que ya había sentido en caminos anteriores y ahora me sentía afortunado de haberlas sentido de nuevo. Quise atribuirlas al abrazo que le di al roble momentos antes, como si este me hubiese traspasado su capacidad de sentir sin juzgar, aceptando las cosas tal y como vienen, tal y como son. Continué así, en ese estado, un rato más hasta que  llegué de nuevo a la carretera, donde el camino pierde su encanto.


Y así, sin apenas percatarme, ensimismado con mis sensaciones, llegué al albergue privado en el que por 17 euros, tendremos el alojamiento, la comida de hoy, y el desayuno de mañana. El albergue se encuentra en una vieja casona gallega adaptada para las circunstancias siendo en general bastante aceptable en su conjunto. En los momentos que escribo este diario, creo saber la razón del malestar que he sentido durante toda la mañana de hoy. Ayer no me tomé la medicación que tomo cada día para aliviar mis achaques y creo que he notado la falta de la misma. De hecho ya me ha ocurrido otras veces pero nunca estando haciendo el camino, y es por eso, por lo que, por más que pensaba en el origen de mi indisposición, no acertaba a adivinarlo. Por supuesto, al llegar al albergue me las he  tomado cuando he visto que los comprimidos aún estaban en el pastillero.

viernes, 15 de agosto de 2014

Camino Primitivo 12

23/07/2014

12ª etapa: Castroverde-Lugo

Por fin una etapa casi llana. Digo casi porque a mitad de etapa había una pequeña subida aunque nada comparable a lo que hemos subido en días anteriores. Yo la he llevado muy bien, así como mis  compañeros de trío, Guillermo y Cristina. Eso sí, como casi siempre en este camino, al final subida para llegar al albergue, precisamente cuando el sol, que no habíamos visto en toda la mañana, ganaba su pulso con la niebla, que había desaparecido a la hora en que llegábamos a Lugo. Después de recorrer algunas calles de la ciudad entramos en intramuros por la puerta de San Pedro, una de las que se abren en las imponentes murallas que rodean la ciudad más antigua.

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Eran poco más de las 12 del mediodía y teníamos que esperar en las inmediaciones a que abrieran a las 13. Unos cuantos peregrinos, algunos conocidos, otros no, descansaban apoyados en la pared del albergue que resultó ser una casa de 2 pisos. Conforme fuimos entrando nos iban dando el número de cama en la que teníamos que dormir y, por suerte a mi me tocó la de abajo tal y como yo deseaba. Encima tendría a Cristina y Guillermo dormiría en la cama de al lado, en la parte de arriba. 


Después de dar cuenta de las rutinas diarias, salimos a comer. Enseguida vimos un buen restaurante, en la plaza mayor de Lugo. Hacía mucho calor y pensamos que dentro, con el aire acondicionado, estaríamos mejor. El menú del día, por 11 euros, nos dejó bastante satisfechos. Al salir, no se nos ocurrió otra cosa que dar una vuelta por el centro. Fuimos a visitar la catedral y al salir subimos a recorrer un tramo de la muralla por su parte elevada. Hacía mucho calor y tomamos la primera salida que vimos para bajar al nivel de la ciudad. Buscamos una tienda de deportes para que Guillermo se comprara una mochila, pues la suya, pese a haberla comprado para venir al Camino, se le había descosido una cinta y el pobre llevaba ya unos cuantos días sufriendo por culpa de la mochila. Se la compró y volvimos al albergue a echar una siesta o, al menos, a descansar un poco. Tras el descanso tocaba el escribir el diario y esperar la hora de dormir: las diez, hora en que se apagan automáticamente las luces y se cierra la puerta del albergue al que no se puede acceder desde fuera. 


El centro de Lugo, la antigua Lucus Augusti, está rodeado por una Muralla romana de 2.266 metros de circunferencia. Esta impresionante fortificación, una de las más grandes de su tiempo, se erige entre finales del s. III y comienzos del s. IV durante tiempos críticos para la ciudad desde el punto de vista político y militar. Además, es la única en los tres continentes por los que se extendió el Imperio Romano que conserva íntegro su perímetro.

Por esta razón, el 2 de diciembre del año 2000 la UNESCO inscribió oficialmente la Muralla de Lugo en la lista de monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad.
La Muralla estaba coronada por 85 grandes torres semicirculares que medían entre diez y trece metros de diámetro, y estaban elevadas sobre el adarve con grandes ventanas en cada una. De estas torres actualmente sólo se conservan 71 cubos .Tenían acceso desde el interior de la ciudad por una escalera abierta a media altura en la muralla, a la que se accedería a través de una escala de madera. El espesor medio de los muros era de seis metros, y el adarve, el paseo superior, que ahora está entre los ocho y los doce metros por encima del suelo exterior, entonces quedaría a una altura más regular.

Así era la Muralla romana de la bimilenaria ciudad de Lugo. Pasaron diecisiete siglos y su función militar caducó, las torres fueron cayendo (menos el resto de A Mosqueira), se abrieron puertas nuevas, la población se extendió por fuera, pero el perímetro se conserva completo y los 71 cubos conservados le dan a esta tremenda fortaleza su carácter inconfundible.



Hoy, sus diez puertas (cinco antiguas y cinco nuevas) unen el casco antiguo con el ensanche de la ciudad. El adarve -que tiene una anchura de unos cuatro metros- es un paseo tradicional extraordinario, considerado una calle más de Lugo, al que se accede por escaleras adosadas al paramento interior.

jueves, 14 de agosto de 2014

Camino Primitivo 11

22/07/2014

11ª etapa: O Cadavo-Castroverde. 9 km

Hoy era un día para no madrugar ya que la cortedad de la etapa así lo permitía. Sin embargo, los albergues, por lo que llevamos visto últimamente, cierran a las 8 de la mañana para que los servicios de limpieza puedan realizar sus labores. Además, muchos delos peregrinos que hoy han dormido en el albergue han tenido que madrugar, pues en sus planes entraba el llegar hasta Lugo hoy cubriendo una distancia de 32 km, que ni los hermanos de Viloria (Valladolid) ni yo estábamos dispuestos a recorrer después de las dos duras etapas anteriores.


Así es que a partir de las 5,30 empezó el baile y aunque la mayoría de peregrinos que madrugan intentan hacer el mínimo ruido posible, éste es, finalmente, inevitable. Los que tenemos el sueño ligero no podemos evitar despertarnos y luego ya es inútil intentar dormirse. De manera que a las 7,30 ya estábamos en marcha y por mucho que fuimos despacio no tardamos mucho en llegar al albergue, en torno a las 11,30. Dejamos las mochilas en la puerta del albergue y  nos fuimos a tomar un refrigerio. Guillermo y Cris no acababan de estar seguros con eso de dejar las mochilas en la puerta pero pronto aceptaron mi explicación de que es lo normal. El sol había despejado las nieblas matinales y ya comenzaba a picar. Volvimos poco antes de las 13,00, la hora de apertura del albergue, y procedimos a cumplir con las rutinas del camino: hacer la cama -o sea poner la sábana y la funda de almohada confeccionadas con celulosa, de usar y tirar-, ducharse, lavar la ropa, buscar un sitio para comer, volver al albergue a descansar -con siesta o no, más larga o más corta, a gusto del consumidor-, ir a comprar algo para la cena, y desayuno del día siguiente si es necesario, dar un paseo por la población que nos acoge...


Hay que decir que el albergue que nos cobija hoy es el mejor y más nuevo de cuantos hemos visitado hasta ahora. El mejor por sus instalaciones, por el buen gusto de utilizar la madera en su construcción,  por la tranquilidad del entorno donde se halla, por la limpieza casi impoluta del ambiente. En fin, si le tuviéramos que poner nota sería el albergue 10 del Camino Primitivo, si es que más adelante no nos encontramos algo mejor, cosa que veo muy difícil pues éste ha dejado el listón muy alto.

Ah! Decir también que el peregrino se ha percatado de que la orografía del terreno es ya mucho más suave que en la brava Asturias y eso es de agradecer aunque hoy la distancia no daba pie a queja alguna.

miércoles, 13 de agosto de 2014

Camino Primitivo 10

21/07/2014

10ª etapa: A Fonsagrada- O Cadavo. 25,5 km

Esta de hoy, ha sido la etapa más larga si atendemos a las horas que estuve caminando. Salí a las 7,30 de la mañana y llegué a las 15,20 de la tarde. En total, casi 8 horas. Algo menos si descontamos las paradiñas que hemos hecho. Y es que el perfil de la etapa ya daba miedo de tan sólo mirarlo.

De entrada, la subida a Montouto, puerto de algo más de 1000 metros, en cuya cima se encuentran las ruinas de un antiguo hospital de peregrinos "que fue construido en este lugar para refugio de los pobres peregrinos que morían aquí de frío y nieve" según se relata en "Las peregrinaciones a Santiago de Compostela" de Juan Uría. También, y escasos metros del hospital, se pueden ver las "Pedras dereitas", dolmen compuesto por 5 rocas verticales, y, asimismo, en esta cima se halla una capilla en la que un cartel avisaba de la próxima celebración de una misa en honor del Apóstol el próximo día 25. Descansamos un rato y visitamos las ruinas del antiguo hospital mientras llegaban otros peregrinos. Llegó la hora de partir y afrontar de nuevo un descenso que resultó ser más suave que el que hicimos dos días atrás y que tanto me fastidió, cosa que agradecí. 


Al final de la bajada de Montouto, un bar recibe al peregrino. Había algunos peregrinos que se disponían a marchar y nos dijeron que nos armáramos de paciencia pues solo estaba atendido por una persona, que resultó ser argentina aunque también podía haber sido uruguaya por su forma de hablar. Como que todos queríamos lo mismo, o sea, algo de comer y algo de beber pues iba atendiendo persona por persona, de manera que igual estaba en la cocina que el bar sirviendo. Yo decidí esperar, sobre todo porque lo que nos esperaba era de aúpa y quería llegar con energías recuperadas tanto por el descanso como por el refrigerio. No fue el caso de mis dos acompañantes, Guillermo y Cristina, que decidieron seguir pensando en parar más adelante. Cuando me llegó el turno, me sirvieron un grandioso bocadillo de pan tostado, tomate, aceite y sal, y queso de barra en cantidad. Tan grande era el bocadillo que no pude acabármelo y dejé un buen trozo de pan. Pagué y partí en busca de lo que me esperaba.


Lo que me esperaba era una de las rampas más duras del Camino Primitivo, si no la que más, y un rato después lo iba a comprobar y sufrir en mis propias carnes con la subida al pueblo de Lastras, donde se suponía que había otro bar. Así pues,la guía que consultamos no exageraba. El ascenso fue durísimo y por momentos tenía que pararme a recuperar el resuello cada 40 o 50 metros. Sin ser la subida más larga sí que era la subida con más desnivel en tan poca distancia.

Llegando a la carretera, ¡por fin!, el camino bajaba un  poco para descanso del caminante y fui a dar con otro peregrino que había aprovechado la primera sombra que encontró para parar a descansar y refrigerarse. Unos metros más adelante, el bar. Pero, resultó estar cerrado. Al parecer su propietario trabaja la tierra también y no siempre puede atenderlo. Descansé un ratito a la sombra en una de las sillas de la terracita del bar y cuando me hube recuperado partí en busca del a segunda rampa que, sobre el perfil, parecía más suave que la anterior y así resulto ser, por suerte. Llegué al alto, de poco menos de 1000 metros, y empecé la bajada que me llevaría, ahora sí, a otro bar junto a la carretera, donde otros peregrinos también habían hecho un alto en el camino. Entre ellos había dos que había dejado almorzando en el bar anterior y me extrañó verlos allí ya. Les pregunté lo que yo ya suponía y me confirmaron que habían subido por la carretera, ahorrándose las rampitas que acabábamos de dejar atrás. En fin, tomé un refresco y me marché. Bajando de Fontaneira, así se llamaba el pueblo que acababa de dejar, se llega a una meseta llamada Campo da Matanza en la que dice la leyenda que se celebró una batalla entre los musulmanes y las tropas de Alfonso II que se dirigía a Santiago a honrar los restos del Apóstol allá por el año 813. No es un dato histórico pero sí es cierto que  se han encontrado armaduras, espadas y lanzas en el lugar en unas excavaciones hechas allí.


En fin, llegué reventado  al albergue a una hora en la que yo sabía que probablemente no tendría plaza y así fue. Me fui en busca de un hotel o pensión, lo primero que encontrase, que resulto ser un hotel. Tenían habitación libre pero a aquella hora de la tarde, pasadas las 15,30, aún no estaba preparada por lo que decidí esperar tal y como me dijeron. Llegaron otros peregrinos conocidos que dispusieron enseguida de habitación ya que habían tenido la precaución de reservar previamente. Una vez dispuse de mi habitación, me aseé y me dispuse a echar una buena siesta. Se alargó más de la cuenta y no salí hasta las 8 de la tarde, más que nada porque quería comprar algo para cenar en el supermercado que había enfrente del hotel.

martes, 12 de agosto de 2014

Camino Primitivo 9

20/07/2014

9ª etapa: Grandas de Salime- A Fonsagrada. 26 km

Pese a haber dormido en un hotel, con lo que ello supone para un peregrino en cuanto a comodidades, no he tenido una buena noche y no he descansado bien ya que el dolor del hombro derecho no me ha dejado. Son las consecuencias de la caída de ayer. Además, el hotel estaba en el centro del pueblo y era fin de semana, con lo que no dejó de pasar  gente que iba o venía de trasnochar y aunque cerré la ventana no dejaron de despertarme continuamente, de manera que, "cuando no estaba preso me andaban buscando" como dice el refrán. Tal ha sido la mala noche que he tenido que me he levantado hoy con el pie izquierdo, pensando en abandonar el Camino por este año. Sin embargo, algo me impelió a continuar y hacer, al menos, la mitad de la etapa, hasta la Venta del Acebo, bajando el puerto del mismo nombre que separa Asturias y Galicia. Allí llamaría un taxi que me llevaría a Fonsagrada y allá tomaría un transporte para iniciar mi vuelta a casa, dando por finalizado mi Camino. Ese era el plan que me impuse esta mañana pues pensaba que no era cuestión de seguir sufriendo. Lo cumplí a rajatabla. Anduve los 14,5 km hasta el lugar decidido para poner fin a mi periplo pero el ascenso al Acebo no me pareció tan duro como yo suponía. Tan sólo los 3 últimos km me han hecho sudar de lo lindo, máxime cuando la lluvia, intermitente toda la mañana, me obligaba a ponerme el chubasquero. 


En fin, pese a la lluvia, he disfrutado del camino de hoy ya que he comprobado cómo el hombro apenas si me ha molestado durante mi andadura y la rodilla izquierda, que en días anteriores se hizo notar y mucho, no me ha causado el más mínimo problema. Aún así, dado que me encontraba más animado que esta mañana, decidí seguir con parte del plan, esto es, llamar un taxi e irme a Fonsagrada. No quería machacarme ahora que había decidido permanecer en el Camino, al menos mientras el cuerpo aguante. Llegué a Fonsagrada un rato antes que Guillermo y Cristina, con los cuales había decidido compartir habitación en una pensión. Cuando llegaron y una vez llevadas a cabo todas las rutinas propias del camino, salimos a dar una vuelta por el pueblo que parecía desierto. Según me comentó el taxista que me trajo esta mañana, los domingos la mayor parte de los habitantes del pueblo marchan fuera y es por ello que nosotros apenas si veíamos a alguien en nuestro paseo por las calles de este primer pueblo grande de Galicia. 


A Fonsagrada está situada sobre un cerro, a unos 900 metros de altura y por la tarde corrió un vientecillo que nos obligó a llevar alguna prenda de abrigo, pues la sensación era de estar en otoño y no pasada la primera mitad de julio. En fin, mañana 25 km hasta O Cadavo. Me estoy planteando utilizar el servicio de una empresa de autobuses para llevar la mochila de albergue a albergue o, la alternativa, comenzar a caminar y allá donde el cuerpo no aguante llamar un taxi que me lleve a mi destino. Probablemente, será esta última la opción por la que me decida mañana.


lunes, 11 de agosto de 2014

Camino Primitivo 8

19/07/2014

8ª etapa: Berducedo-Grandas de Salime. 20,5 km

Me despertaron, a las 5,15 de la mañana, los primeros peregrinos en salir al Camino. Yo, aunque despierto, esperé un rato más en la cama pues no tenía necesidad de partir tan temprano en el día de hoy. Me dediqué, mientras tanto, a observar a los peregrinos cómo preparaban su mochila para la partida. Y la conclusión es para mi muy clara: no entiendo cómo se puede tardar tanto tiempo en estar listo par ponerse a caminar. Los que me despertaron esta mañana temprano, parecían de Huelva por su forma de hablar, tardaron en concreto 3/4 de hora desde que se levantaron hasta que partieron. Yo, que me levanté media hora después, he llegado a salir antes que ellos. Luego, enseguida me alcanzaron y sobrepasaron en plena subida y ya no los he visto más. Eran jóvenes y tenían buenas piernas para caminar. El caso es que yo dejo la mochila casi preparada de modo que lo que no voy a necesitar lo dejo en el fondo de la misma y encima aquello que voy a precisar al levantarme. Eso es un cuarto de hora, no más.
                                  

Comencé mi andadura poco después de las 6 y una hora más tarde había llegado a La Mesa, en cuyo albergue pernoctaron mis jóvenes acompañantes de los días anteriores. Al pasar por ese albergue un peregrino me saludó con el tradicional "Buen camino" con un marcado acento francés. Yo le devolví el saludo y continué caminando. Poco después empezaba a llover, justo cuando comenzaba la subida por la carretera. Me refugié bajo un roble a orillas de la carretera y me dispuse a ponerme la capelina que me protegería de la lluvia que, por momentos, arreciaba. Ya hacía media hora, al menos, que veía avanzar un cielo oscuro precisamente en la dirección contraria en la que yo venía, por lo que deduje que no pasaría demasiado tiempo en empezar a llover. Poco antes de entrar en el pueblo, un precioso doble arco iris salía a saludar a los peregrinos en aquellas horas tempraneras de la mañana. Una vez protegido, emprendí de nuevo el camino, que se ponía cuesta arriba. Pasados unos minutos, la lluvia cesaba y a partir de entonces y hasta llegar al final de la subida, pareció querer jugar con los peregrinos ya que, ora sí ora no, se iniciaba o se interrumpía caprichosamente. De esta manera, salvé el repecho que me llevaba hasta la cumbre del cerro donde unos cuantos aerogeneradores cumplían la función para la que había sido instalados allí: aprovechar el viento para producir electricidad. De esta manera me vi arriba, sin percatarme, aún, de lo que me esperaba hasta llegar a mi destino de hoy, que no era otra cosa que una larguísimo descenso hasta las orillas de la presa de Salime, que embalsa las aguas del río Navia, y que cuando fue inaugurada en 1954 fue la más alta de Europa con 132 metros de altura sobre cimientos y la segunda del mundo. En su construcción murieron más de un centenar de obreros.

 Pues bien, el descenso hasta llegar allí tiene 760 metros de desnivel y constituyó una auténtica tortura para mis rodillas y la bajada más fuerte de todo el Camino Primitivo. Una tras otra se sucedían las eses y contraeses, sin dar tregua al caminante para reponerse y caminar de una manera más suelta. Ya cerca de la presa, una puerta metálica abría un pasadizo en la roca que me llevó a un mirador colgante desde el que se tenía una fantástica vista de la presa. Decidí parar un rato allí y tomar un refrigerio y un corto descanso, que falta me hacía. Llegaron otros peregrinos y yo reemprendí la marcha camino de Grandas de Salime. La carretera, que había retomado poco antes, cruza la presa y desde el centro de la misma se puede tener una idea precisa del gigantismo de tal obra. Cruzada la presa, la carretera se empina de nuevo y a lo lejos divisé un hotel en el que decidí hacer una parada más amplia. Otros peregrinos han hecho lo mismo, de modo que unos entramos y otros re-emprenden su camino. Retomada la marcha, la lluvia y el Sol parecen jugar al escondite. Finalmente, abandonamos la carretera por una senda que en sus principios, se empinaba de lo lindo para dar paso, poco después, a una agradable senda que cruzaba un bosque de pinos. 


Sería por el cansancio acumulado, fruto de la orografía del terreno, el caso es que las etapas se hacen mucho más duras si la lluvia está presente, pues la no transpirabilidad de la capelina con la que uno se protege hace que el sudor acabe empapándolo a uno por dentro. Y en este estado, empapado de sudor, harto de subir y, sobre todo de bajar, justo cuando una suave cuesta abajo me llevaba hasta la entrada del pueblo, de nuevo por camino de tierra, en el que de tanto en tanto aparecían rocas de pizarra desgastadas por el continuo pisar de los caminantes. justo en ese momento bajé la guardia y no puse atención a dónde pone uno los pies y resbalé al pisar una de esas rocas que, con la lluvia, se convierten en pequeñas pistas de patinaje. Y allí fui yo a dar con mis huesos en tierra, cayendo incomprensiblemente en dirección contraria a la que llevaba y recibiendo un fuerte golpe en el hombro derecho, en el que días antes de partir me habían diagnosticado artrosis y en el cual ya tenía molestias que, ahora con la caída, se han acentuado como puedo comprobar en el momento en que escribo estas lineas. En fin, tanto que advertía  yo a mis jóvenes acompañantes en días anteriores, Guillermo y Cristina, que tuvieran cuidado de donde pisaban cuando se encontraran con un piso húmedo y rocoso, y tuve que ser yo precisamente quien perdió la concentración en el andar, con las consecuencias ya sabidas. En fin, gajes del peregrino. Al parecer, según se comenta en el albergue, esta cuesta es causa de abandono frecuente de peregrinos, en su periplo camino de la ciudad del Apóstol, que acusan el sobre esfuerzo de tan larga y dura bajada.

domingo, 10 de agosto de 2014

Camino Primitivo 7

18/07/2014

7ª etapa: Peñaseita-Berducedo. 15 km

Hoy hace una semana que transito este Camino Primitivo, que he ido dejando para más adelante, año tras año, por temor a no ser capaz de hacerlo, y por lo que he podido comprobar hasta ahora mi distancia ideal aquí es la de 15 km pudiendo estirar como máximo hasta los 18. Así viene sucediendo últimamente. Ayer, sin ir más lejos, me quedé prácticamente exhausto poco antes de llegar al albergue que me cobijaría. Hoy ha vuelto a suceder aunque el final de etapa ha sido llano, al contrario de ayer.

La primera mitad de la etapa ha sido de ascenso al Ato del Palo, de 1146 metros de altura, que ha puesto a prueba mi fortaleza o, mejor dicho, la de mis rodillas, ya que tras la dura y larga subida viene el descenso por un camino pedregoso en el que las articulaciones de la pierna sufren una dura prueba paso a paso. Había que extremar las precauciones pues era fácil resbalar y dar con los huesos en el suelo, con consecuencias imprevisibles. Esta vez, sin embargo, ha sido la rodilla derecha la que me ha dado problemas, en forma de dolor, lo que me hacía sentir inseguro durante la bajada. 


El paisaje, espectacular, es el que, apriori, se espera uno contemplar, tanto en la subida como en la bajada del puerto, en su caminar por estas bellísimas tierras del interior montañoso de Asturias. Nos estamos acercando a Galicia y, de hecho, hoy hemos podido divisar las ya próximas montañas gallegas. Bajando el puerto hemos podido pasar por una aldea en la que vive una sola persona, un hombre, acompañado de su perro y sus vacas. Se llama Montefurado y allí tuve que parar para comer ya que sentía cierta inquietud en el estómago que así me lo aconsejaba. Mis compañeros, Guillermo y Cristina, siguieron su camino. Fue entonces cuando pude sentir la profunda soledad en la que se debe encontrar el único habitante del lugar. Un silencio total tan sólo interrumpido por los cencerros de las vacas pastando en la cercanía, que oigo pero no veo, tan tupida es la vegetación que me rodea.


Ayer, durante toda la jornada, hizo un sensacional día soleado. Hoy, amaneció el cielo cubierto por nubes y nieblas en los valles. No obstante, con el paso de las horas, las primeras se han mantenido y las segundas se han disipado con la acción del sol. Guillermo y su hermana han decidido seguir hasta el siguiente albergue, en La Mesa, y yo, exhausto de nuevo, me he quedado en Berducedo, en el albergue privado, algo caro para las instalaciones que tiene. Sin embargo, me decidí por el albergue privado por la sensación que tiene uno de mayor higiene en sus instalaciones. Además hemos podido lavar la ropa en lavadora y después de comer, cuando volví, me la encontré ya tendida al sol. Un agradable olor a heno recién cortado, en un prado cercano, pone el punto final, por hoy, a este acopio de impresiones que uno intenta plasmar negro sobre blanco.

sábado, 9 de agosto de 2014

Camino Primitivo 6

17/07/2014

6ª etapa: Borres-Peñaseita. 15 km

Partimos, hoy, más tarde que ayer del albergue aunque tuvimos la oportunidad de hacerlo con anterioridad ya que la gran mayoría de los peregrinos salieron hoy más temprano, en torno a las 6,30. Mis dos jóvenes acompañantes, los canadienses que conocimos ayer y un peregrino de Jaén que durmió en el suelo, permanecimos en la cama mientras observábamos el trajín que se formó cuando la gran mayoría de peregrinos se disponían a partir temprano: ruido de bolsas de plástico al guardar las pertenencias de cada cual, cremalleras que se abren y cierran, linternas de mano o frontales que se encienden y se apagan cual luces de discoteca, ir y venir de los servicios... En fin, las rutinas típicas de cada mañana en el Camino.


Cuando salimos, solo quedaban el albergue los canadienses, de Quebec concretamente -no sé si lo he comentado antes-, madre e hijo. Nos dirigimos al bar acompañados del jienense que ayer nos puso al corriente de las prácticas religiosas de los seminaristas italianos. Cuando llegamos al bar, distante unos 5 minutos del albergue, los susodichos estaban celebrando sus ritos religiosos en la terracita del bar, ocupando todo el espacio ellos solos. Nosotros entramos dentro y tomamos un café con leche y una pasta. Sin demorarnos más, partimos los cuatro y pronto dejamos atrás el pequeño pueblo de Borres. Entonces pasó lo que a menudo pasa cuando se va en grupo, gratamente charlando, y nadie atiende a las señales del camino: nos pasamos de largo un cruce en el que había que dejar la carretera por la que caminábamos. Alguno de nosotros se dio cuenta del error y tuvimos que desandar lo andado, aunque tampoco era demasiado. Volvimos sobre nuestros pasos, pues, y tomamos el camino correcto. Nos quedaban aún algunos km de subida, así que había que tomárselo con calma. Fue entonces cuando el sol comenzó a disipar la niebla y ante nosotros se abrió un paisaje espectacular cuya contemplación compensaba el esfuerzo y los sudores que nos provocaba la subida que estábamos haciendo. 


El resto de la jornada ha sido un continuo subir y bajar que ha acabado por agotar todas las energías de que hoy disponía. En total 15 km, pocos pero duros de transitar, aunque la etapa podía haber sido más corta ya que podíamos habernos quedado 3 km antes, pero para mañana tenemos 8 km de subida al puerto del Palo, el más alto de este camino, con 1146 metros de altura, y esos km de más que hacemos hoy nos los quitamos de la subida tempranera de mañana. Al estudiar, ayer, la etapa de hoy, advertimos que el pueblo anterior -Pola de Allande- al que hoy hemos escogido para pernoctar -Peñaseita-, tenía todos los servicios que puede esperar un peregrino, como ahora, supermercado, cajero, bar, restaurante, farmacia... pero aún así decidimos venir a éste, en el que tal sólo hay un bar, con tal de acortar la etapa y, sobre todo, la subida de mañana al puerto del Palo.


Una larga recta de un km por la carretera que sube al puerto, nos llevó al desvió que nos llevaría al albergue aunque la señalización en este tramo deja algo que desear. Transitamos por un sendero que cruzaba el bosque, a trozos encementado, para facilitar el paso de los caminantes en días de lluvia y, finalmente, tras mucho hacerse esperar, apareció el albergue que a nosotros se nos antojó mucho más lejano de los 3 km que indican las guías que consultamos. Y, además, acabando en una fuerte pendiente que me obligó a hacer varios altos para recuperar la respiración, ya que me era materialmente imposible dar ni un sol paso más antes de haber hecho un pequeño descanso. El saber de la cercanía del albergue animó a mis dos jóvenes acompañantes que se adelantaron y me esperaron al final de la cuesta, cuando el camino llegaba de nuevo a la carretera que hacía un rato habíamos dejado. Llegué prácticamente sin fuerzas pero nada que no pudiera arreglarse con una buena ducha, una buena comida y una buena siesta. A la hora que escribo estas líneas, las 7,30 de la tarde, aún no ha llegado nadie al albergue con lo que es posible que dispongamos del albergue para nosotros tres solos.

miércoles, 6 de agosto de 2014

Camino Primitivo 5

16/07/2014

5ª etapa: Tineo-Borres. 15,2 km

Llevamos 2 días mojándonos y no precisamente porque llueva. Me explico. Caminamos con una intensa niebla y cada vez que pasamos bajo los árboles que jalonan buena parte del camino o sendero o cuando cruzamos el bosque, la menor brisa provoca el desprendimiento de la humedad depositada en las hojas de los árboles en forma de minúsculas gotas de agua producto de la condensación de la propia niebla. Es lo que podríamos llamar precipitación horizontal. Esta forma de precipitación ayuda a mantener encharcados los caminos sobre todo en las zonas más cubiertas por la sombra de los árboles. En fin, ni lo uno ni lo otro es óbice para que el peregrino continúe su andadura un día tras otro. Una pena, eso sí, no poder contemplar el paisaje que se supone espectacular a tenor de lo que explican las guías que el caminante consulta. Esta situación meteorológica se ha mantenido durante toda la mañana. A primera hora hora de la tarde, la niebla sube de nivel y se convierte en nubes bajas que aunque cubren el cielo, nos dejan ver el medio ambiente que nos rodea.

Salimos esta mañana a las 6,30 de la pensión La Posada donde dormimos anoche los hermanos de Viloria (Valladolid) y yo mismo. La hora tempranera de la partida se debe a que nos habían dicho que el albergue de Borres es pequeño y que conviene madrugar para asegurarse plaza en él. De hecho, llegamos los primeros, hacia las 12,15 del mediodía, después de transitar otra etapa rompe-piernas. Nos duchamos y nos fuimos al bar del pueblo a sellar la credencial y pagar pues en este albergue no hay hospitalero. Volvimos al albergue habiendo dejado avisado en el bar que tornaríamos para comer y habiendo concretado  lo que queríamos, de la escasa variedad de platos que la propietaria ofrecía. A las 2 estábamos de nuevo en el bar para dar cuenta de un plato combinado a base de huevos fritos, jamón, patatas fritas y unas tiras fritas de pimiento morrón, acompañado de una caña de cerveza y de postre queso tierno con membrillo. Todo ello por 9 euros.


Cuando retornamos al albergue comprobamos que en Tineo tenían razón quienes nos avisaron ya que el albergue se había llenado. Tres peregrinos dormirían en un colchón en el suelo y otros tres compartirán cama con sus compañeros de andadura a razón de 3 personas durmiendo en dos camas colocándose de forma transversal. Además, 2 peregrinos más descansarán esta noche en una tienda de campaña que la dueña del bar les ha prestado.

Hacia las ocho de la tarde, nos desplazamos de nuevo al bar a tomar algo para la cena, aunque yo solo tomé una infusión. Tenía el estómago pesado después del plato combinado que tomé al mediodía y no quería abusar de él. Allí nos encontramos con un peregrino canadienses, alto y joven acompañado de su madre. Él durmió encima de mi litera y ella lo había hecho a su vez en un colchón en el suelo, en la entrada del albergue. Al ser de la región del Quebec, dominaban tanto el francés, que era su lengua materna, en la que ellos se comunicaban, y el inglés. Entre una y otra lengua pudimos mantener una conversación más o menos entendedora para ambas partes, eso sí, con la ayuda inestimable de la joven Cristina que era quien más inglés sabía de nosotros tres. Era ella quien cuando su hermano o yo no acabábamos de comprender lo que los canadienses nos decían, intervenía haciendo de traductora. Así pasó el tiempo y serían las 9,30 cuando decidimos volver al albergue y prepararnos para descansar. Un peregrino de Jaén, otro que durmió en el suelo, nos comentó lo que nos habíamos perdido durante nuestra ausencia: el grupo de 12 peregrinos italianos, que llegaron escalonadamente al albergue a partir de las 13,00, resultaron ser seminaristas que acompañados de un sacerdote hacían su particular camino y celebraban misa allá donde les tocaba pernoctar. Así lo había podido observar el peregrino jienense y así nos lo contó a nosotros. 

martes, 5 de agosto de 2014

Camino Primitivo 4

15/07/2014

4ª etapa: Salas-Tineo. 20 km

¡Tanto que temía la cuesta incial de la etapa de hoy! Y al final, ha sido la etapa en que mejor me he sentido de las que llevamos hechas. La etapa empezaba con una cuesta de 6 km que me ha hecho sudar de lo lindo. No obstante, al no haber bajada, la rodilla apenas me ha dado la lata. También ha ayudado el hecho de haberme comprado y usado una rodillera en prevención de lo que pudiera pasar.

La protagonista del día ha sido la niebla, que nos ha acompañado hoy hasta bien entrada la tarde. Al final, se ha disipado y el Sol ha impuesto su ley, quedando unas cuantas horas aún de un bonito día. El grado de humedad, empero, ha sido y es notable, con lo que la sensación de bochorno se ha hecho sentir todo el día. 

Destacar, también, el encuentro con una troupe de jóvenes peregrinos, 41 más 6 monitores, con los que hoy he compartido camino. Son de Valencia, de un colegio de hermanos marianistas, según me cuenta una joven peregrina llamada Marta, de 17 años, que camina sola en el momento que se cruza conmigo, me da los buenos días y afloja el paso para quedarse a mi altura durante el tiempo suficiente como para deducir que busca la compañía de alguien o quiere mantener conversación con alguien -o, probablemente, ambas cosas- que no sea alguno de sus compañeros o compañeras, los cuales van casi todos delante como tuve oportunidad de comprobar anteriormente . 

Empiezo entonces a interesarme por ella  y le pregunto algunas cosas sobre ellos. Me explica que vienen cada año al Camino al acabar 1º de bachillerato y que ya vienen entrenados puesto que el año anterior fueron a hacer alguna travesía a los Pirineos. Además, dice mi interlocutora, suele venir voluntariamente la gente que le gusta el deporte y quien más y quien menos practica alguno, como es su caso. También le pregunté a donde tenían previsto ir a dormir. Esto me interesaba puesto que Guillermo, el chico de Valladolid, me había dicho por el whatsapp que se dirigían al albergue en que nosotros teníamos previsto hacer noche y, aunque yo sabía por experiencia que no se suele admitir grupos tan numerosos en los albergues públicos, también se por experiencia que a veces se hacen excepciones, como ocurrió en un albergue de Galicia, en el Camino francés, hace unos años cuando yo acaba las últimas etapas de ese camino. Me contestó que iban a dormir en un pabellón deportivo que ya habían concertado previamente. Ello me tranquilizó, aunque ya había quedado con Guillermo en reservar una habitación triple en una pensión de Tineo por si las moscas. Aclarado el asunto, le pregunté también la razón de porqué venían al Camino y me contó que lo hacían para fortalecer el espíritu y la fe. La chica se explicaba bien y, aún discrepando de ella por lo que respecta a las motivaciones, muy respetables por otra parte, la conversación se nos hizo muy amena a los dos o eso me parece a mi. Así anduvimos un buen rato hasta llegar a la entrada de Tineo, nuestro común destino. Ella divisó a lo lejos a uno de sus compañeros y al acercarnos le confirmó que allí se acababa su andadura por hoy. Nos despedimos y nos deseamos mutuamente "buen camino", la expresión que la mayoría utiliza para saludar a otros peregrinos. Algo más adelante, ya en pleno pueblo, vi a Guillermo que me esperaba para llevarme a la pensión donde había reservado habitación para los tres, él, su hermana Cristina y yo. Por 50 euros, compartimos una habitación con dos camas y un supletorio, que yo escogí para dormir, que resultó ser más cómodo que las camas literas de los albergues que habíamos visitado hasta entonces.



lunes, 4 de agosto de 2014

Camino Primitivo 3

14/07/2014

3ª etapa: San Juan de Villapañada-Salas. 20 km

Dejé el albergue a las 7 de la mañana y he llegado a Salas poco después de las 13,00. De entrada, casi 3 km de subida hasta el alto del Fresno, donde se halla el santuario del mismo nombre desde el cual se tiene unas excelentes vistas de la vega de Grado y de la propia villa, vistas que se han visto afeadas en los últimos años por la construcción de la autovía.


Dura subida pero llevadera, por estar al principio de la etapa, cogiéndole al caminante con las energías renovadas por el descanso nocturno y con el frescor de la mañana. Una vez arriba, comprueba uno, como tantas veces veces pasa en la montaña, que es peor la bajada que la subida. Así ha sido hoy y aún así se ha visto dificultado por la gravilla que cubre el camino, echada, eso sí con la mejor intención pues en días de lluvia este debe de ser un barrizal. Había que extremar, pues, las precauciones, ya que fácilmente se puede tener un resbalón que podría complicar la continuidad del peregrino. No fue así, afortunadamente. Sin embargo, la rodilla izquierda, ya resentida ayer, ha acabado, con insistencia, haciendo un símil deportivo, pidiendo el final del partido, esto es de la etapa. Pero me quedaba aún la mitad de la etapa por recorrer, así que no tuve más remedio que aflojar el ritmo y continuar. Por suerte, la otra mitad que me restaba era "llana" -entrecomillo porque aquí los llanos no existen. Llano, pues, en este camino, significa poco ondulado, o sea, subidas y bajadas suaves, soportables.



Aún así, he llegado además de cansado por los 20 km recorridos, fastidiado en la rodilla izquierda. En las bajadas, las rodillas sufren más que cualquier otra parte de las piernas pues han de realizar la función de amortiguación y freno. Espero que una pomada y un comprimido anti-inflamatorio me ayuden a afrontar lo que se avecina mañana: la misma distancia, 20 km, pero con un perfil que, al menos sobre el papel, se ve mucho más temible que el de hoy. En fin, uno se consuela diciéndose la suerte que tiene de que se haya abierto un albergue a mitad de etapa, en La Espina, y si fuese necesario pararía allí para dividir la etapa y hacerla más aguantable.


Por lo demás, he vuelto a coincidir con Guillermo y Cristina, los hermanos vallisoletanos, acompañados de los cuales he podido degustar una opípara comida consistente en   6 contundentes y ricos platos más postre y bebida. El orden en que se han servido los platos ha sido el siguiente: sopa de pescado (con sabor a pescado de verdad), fabada, pote asturiano, patatas rellenas, espaguetis y bonito guisado con patatas fritas. Todo esto se servía en una fuente grande, con cantidad más que de sobra para tres comensales, y uno se iba sirviendo lo que deseaba. Había peligro pues de empezar fuerte con los primeros platos y acabar degustando pequeñas porciones de los demás por lo que teníamos que regular nuestras ansias de repetir de alguno de ellos si es que queríamos probarlos todos.De postre, una riquísima tarta casera de queso con arándanos. Todo nos costó a cada uno 10 euros. Salí del pequeño restaurante con la seguridad de que me ahorraría la cena de hoy. El lugar se llama Casa Pachón y conviene recordarlo por si vuelve uno a pasar por aquí.

Camino Primitivo 2

13/07/2014

2ª etapa: Escamplero-Grado (S.Juan de Villapañada) 17 km

Contemplando Grado o Grao, como dicen los moscones/as, gentilicio que se dan  los lugareños, desde un lugar privilegiado, me pongo a escribir estas líneas a fin de atesorar las sensaciones, vivencias, imágenes... que va uno recogiendo por el Camino. Mi frágil memoria las borraría pronto como vengo comprobando camino tras camino, año tras año y ya van 8 los que salgo a hacerlo.


Me hallo en el albergue de Grado, que propiamente no está en esta hermosa villa asturiana, sino a 4 km de ella, en el lugar llamado San Juan de Villapañada, del concejo de Grado. Paré a descansar en el parque de esta villa, por mi  ya conocida de mi visita al final de un anterior Camino, por ver si recordaba algo, y aunque la crucé de punta a punta no pude recordar apenas nada, tan sólo algo del parque en el que me encontraba descansando. Vine, entonces, de visita a conocer el pueblo donde se crió mi compañera y amiga Carmen González, a la que siempre llamé, y llamábamos todos en el cole, la asturiana, pues hacía gala permanentemente de su asturianidad, eso sí, sin desmerecer otras regiones de España. En fin, intenté recordar aquellos momentos vividos en este pueblo grande, siempre acompañado por mi cicerona que me dió alojamiento y acogimiento en su casa, donde aún vive su madre buena parte del año. Una vez descansado, re-emprendí la marcha camino del albergue del cual sabía que se encontraba a mayor altura que el pueblo por el que transcurría el camino. Así que me dispuse y mentalicé para afrontar la subida que me esperaba durante prácticamente 4 km. Resultó ser durilla máxime cuando se llega a ella a una hora en que el sol, ya alto, comienza a calentar de lo lindo. 

Desde el lugar donde se asienta el albergue, se divisa buena parte del pueblo que acababa de dejar, con unas vistas espléndidas que tenían como fondo los picachos de la cordillera Cantábrica allá en lontananza, cubriéndose y descubriéndose a medida que las nubes bajas y nieblas avanzaban por sus faldas. Como música de fondo, el cencerro de unas ovejas que pastan en un prado cercano, el ruido de un tractor que pasa por la carretera que discurre unos metros más arriba del albergue, un labriego que recoge hierba, ya seca, para alimentar el ganado durante el invierno y, como no, un grupo de jóvenes peregrinos que comparten sus anécdotas en medio de bromas, chistes y abundantes risas.

Llegué al albergue, sudando lo que no había sudado en toda la etapa. Y es que las cuestecitas que he tenido que salvar, ¡se las traen! Pronto comprobé que era el primero en llegar. La puerta, no obstante, se encontraba encajada pero no cerrada. Una nota clavada en la puerta avisaba que estaba abierta. Un nudo en una cuerda mantenía las dos hojas de la puerta de forma que desde lejos parecía cerrada. Deshice el nudo y entré. La primera impresión fue la de entrar en una casa y no en un albergue; tal era el ambiente hogareño que se le había dado a este espacio de acogimiento. Esa impresión se confirmó luego, cuando llegaron, y no tardaron en hacerlo, los siguientes peregrinos que resultaron ser dos hermanos ya conocidos por mi del albergue anterior. Él, el mayor, llamado Guillermo y, ella, la pequeña, llamada Cristina, de 23 y 15 años respectivamente, son de un pueblo de la provincia de Valladolid, cercano a la de Segovia, llamado Viloria. 

A estas horas, las 7 de la tarde, cuando recojo, negro sobre blanco, mis impresiones del día, el albergue está casi lleno y, según Domingo, el afable hospitalero, es posible que no se llene porque hay partido importante del mundial del fútbol que se está jugando en estos días.

En cuanto a la etapa de hoy, hubo un primer tramo en que se bajó lo que ayer se subió, un segundo tramo que discurre por la vega de Grado, regada por el río Cubia, afluente del Nalón, río salmonero, este último, donde los haya; el tercer y último tramo, de nuevo subida al albergue. Mis rodillas, sobre todo la izquierda se han resentido en la bajada y el lumbago ha hecho acto de presencia. Sin embargo, ello no es nada que no se puede superar con una buena dosis de ilusión como es la que todos los que venimos al Camino traemos ya de nuestra casa.