Mis gatos: Gurri, que lo fue, y Peluchi, que lo es.

sábado, 20 de agosto de 2011

Camino del Norte: trigésimo-cuarta etap


29/7/11

Villalba-Baamonde: 20 km. Otra fácil y agradable etapa. Pareciera que Santiago se apiada del peregrino y procura que el camino sea más cómodo y confortable en estas últimas etapas que estamos recorriendo, tanto por lo que se refiere a la distancia como a la comodidad. La etapa ha sido completamente llana como era de prever y he caminado con la agradable compañía de Oliva y Josefina. ¿Qué más puede desear el peregrino en su caminar?
Decidimos salir temprano pues se preveía buen tiempo soleado y no queríamos que nos cogiese la solana a partir del mediodía, pues, aunque no lo parezca estamos en verano, en plena canícula. La ruta cruza varias veces la carretera nacional por lo que a mitad de etapa decidimos tomarla para así ahorrarnos algún km. De esta manera, llegamos los primeros del grupo, al albergue cuando justamente tocaban las 12. El hospitalero nos recomendó un baño en un río cercano  nosotros nos dirigimos hacia allí después de tomarnos una habitación de 8 camas para el grupo. El río se encontraba a algo menos de medio km y cuando llegamos vimos un lugar acondicionado para pasar el día de picnic y baño. Aunque no era un gran río, se había practicado en el una represa que acumulaba el agua hasta una altura de más de 2 metros en algunos puntos, suficientes para darse un buen chapuzón. Yo fui el primero en entrar en el agua y también fui el primero ya que estaba algo fresquita. Oliva y Josefina no tardaron en meterse y tardaron bastante más que yo en salirse. Ellas, tras la primera impresión, la encontraron estupenda. Hice algunas fotos y me marché, dejándolas a ellas aún en el agua. Poco después de mi retorno al albergue llegaron el resto de peregrinos del grupo a los cuales informé sobre el río y que las chicas les esperaban allí. Y allá que marcharon  todos. Estuvieron un rato y cuando volvieron Sergio hizo pa amb tumaca y cada uno compartió lo que tenía: queso, jamón, embutidos… Lo mejor de cuando estamos todos juntos es lo que llegamos a reír, es un no parar con los comentarios y chascarrillos de Sergio, a los cuales cada uno de nosotros pone el contrapunto ya sea conscientemente o apenas sin proponérselo. Es este un grupo en el que compartimos las cosas materiales cuando es menester y también otras cosas que no se ven con los ojos sino con el corazón. Y el caso es que cada uno hace cada etapa a su aire, juntándonos o separándonos para luego volvernos a reencontrar, por ejemplo cuando echamos de menos un descanso, un pincho de tortilla, o cuando alguien como este que escribe tiene la necesidad de rezar a San Miguel o a Santa Clara, copatrones del camino con permiso de Santiago. Y no es que sea uno practicante, no, pero la verdad es que refresca mucho en verano.
En el grupo ha habido una nueva incorporación, se trata de Susana, madrileña también, que ha venido sola al Camino y lleva dos días caminando. Ha sido bien recibida y acogida por todos nosotros. Poco a poco, etapa a etapa, los nuevos peregrinos van cogiendo los intríngulis del camino y sus rutinas, aunque hay a quien le cuesta más que a otros, como por ejemplo cuando alguien se pone a lavar la ropa del día a las ocho de la tarde y pretende que se le seque para el día siguiente, cuando precisamente en estas tierras las noches son frescas y húmedas.


viernes, 19 de agosto de 2011

Camino del Norte: trigésimo-tercera etapa


28/7/11

Gontán-Villalba: 20 km, y son ¡reales! Las guías y las distancias reales han  vuelto a coincidir. Ya era hora. Una etapa preciosa, sí, pero, sobre todo, una etapa fácil. A estas alturas del Camino, lo que el peregrino quiere son etapas como esta. Como decía ayer, estamos recorriendo a Terra da Cha, comarca lucense de perfil plano como hace suponer su propio nombre  en gallego. La mayor parte del camino la hemos hecho por tierra y eso ha facilitado aún más las cosas. Se agradece.
Salimos esta mañana con viento y muchas nubes y temimos que, una vez más, la previsión meteorológica fuera a fallar. No fue así, afortunadamente, y pronto brilló el sol y no quedó rastro de las nubes. Gran parte de la etapa la he hecho junto a Josefina. Ha sido hoy cuando he sabido lo que le une con Oliva que no es otra cosa que la flauta. Ella, de quien ya he dicho que se dedica a la enseñanza de la música, tiene como instrumento, al igual que Oliva, la flauta. Desde hace más de 15 años, creo recordar que contaba Oliva, que se conocen. Ambas de ven una vez al mes desde entonces pues pertenecen a la misma orquesta de flauta. Josefina tiene 28 años, como mi hija, y me recuerda en algunos gestos y en la sonrisa a mi sobrina Marina.  Es por ello que a menudo me he acordado de ella en estos días que llevamos caminando juntos.
El albergue está 1,5 km antes de llegar al pueblo y aunque hay un restaurante cerca decidí ir al pueblo a comer, aún a costa de recorrer esa distancia por el arcén de la carretera. Oliva, Josefina y los demás no tenían ganas, ya que habíamos tomado algo en una parada que hicimos a poco de finalizar la etapa. Quedé con ellas en llamarnos, ya que ambas tenían previsto ir al pueblo a dar una vuelta. Comí en abundancia por la módica cantidad de 8,5 euros y cuando me disponía a tomar el postre llamó Oliva para quedar. Abandoné el restaurante en cuanto  hube dado cuenta del postre y me fui a buscarlas. No tardé en encontrarlas. Tuvimos la ocurrencia de sentarnos en la terraza de un bar a tomar café y resultó ser la más concurrida, por todo tipo de vehículos, pues no en vano estaba en el cruce de la carretera nacional.  Ya puestas, pidieron algo de comer. Se les había abierto el apetito. Poco después nos fuimos a comprar algo para la cena y el desayuno de mañana, dimos una vuelta por el pueblo  y decidimos volver al albergue. Yo propuse hacer autostop y mis compañeras aceptaron. Bromeando, decidimos que sería Josefina quien enseñara parte de sus encantos,  mientras Oliva y yo nos escondíamos, pero no hizo falta acudir a ninguna estratagema para que nos parasen. En el primer paso cebra que cruzamos paró un coche conducido por una chica y hacia ella se dirigió una de mis compañeras para preguntarle si nos podía acercar el albergue. Enseguida aceptó. Subimos. Después de dar unas cuantas vueltas, a cierta velocidad, por las calles de Villalba, incluso en dirección contraria hacia donde se suponía que teníamos que ir, cosa que no entendimos pues solo había que seguir la carretera en línea recta, nos dejó junto al albergue, no sin antes habernos confirmado que en Galicia  se gusta conducir con velocidad, que qué le iban a hacer ellos, que así como en otras comunidades gustan  de los toros, a ellos, a los gallegos, les gusta conducir rápido. De ello podemos dar fe estos tres peregrinos. Cuando contamos esta anécdota a los peregrinos del grupo nos hartamos de reír, tanto por la gracia que nos hizo a nosotros, los protagonistas, como por la sal y la pimienta que le pusieron Sergio, el madrileño, quien por cierto lleva decorando su vara, que cogió en el camino, desde hace ya unos cuantos días, y los demás. Incluso, le puso un nombre a la conductora: la Chari, cuyo recuerdo ya no nos abandonará en las pocas etapas que nos quedan. ¡Y es que mañana  nos faltarán  menos de 100 km para llegar a Santiago!

Camino del Norte: trigésimo-segunda etapa


27/7/11

Vilanova de Lourenzá-Gontán: 24 km. Bueno, eso es lo que dice mi guía. En realidad son 27. Lo dice la gente del lugar.
Las previsiones y temores de ayer se han cumplido con creces. Han sido 17 km de continua subida y, además, por asfalto. Aunque me he sentido fuerte desde el principio y he podido mantener un ritmo sostenido durante 20 km, los últimos 7 han sido un pequeño calvario para mí y me consta que para algún compañero/a también. Se me han hecho francamente largos. De nuevo me acompaña y acompaño a Oliva. Y, al final, las prisas para ir al restaurante ya que el hospitalero nos dijo que cerraban en torno a las 15,30 y eran las cuatro menos cuarto cuando llegamos. De manera que dejé las cosas en la cama del albergue y me dirigí sin más preámbulos al restaurante, que, por suerte, estaba cerca. Los demás compañeros de etapa irían viniendo después y así lo avisamos en el restaurante.
A medida que nos vamos acercando a Santiago y tal como pasó en mi anterior llegada a esta ciudad, cada vez hay más peregrinos en el camino y  ahora mismo, mientras escribo estas líneas, se ha producido una situación tensa entre el hospitalero y un grupo de ciclistas que acaban de llegar y no  han encontrado cama para todos en el albergue por lo que tendrán  que separarse e ir a dormir a un local muy cercano a éste o, simplemente seguir su camino hasta el próximo albergue donde, probablemente, se darán las mismas circunstancias. Son las normas del camino, los ciclistas se habrán de esperar a que haya plazas libres pues los que vamos a pie tenemos preferencia. No hay pues porque enfadarse. El hospitalero no tiene la culpa y sólo hace cumplir las normas.
Bien, aparte de Oliva y Josefina, quien por cierto se ha retrasado hoy respecto de su compañera Oliva, se han cambiado las tornas, y de quienes ya he hablado anteriormente, se ha formado un grupo de peregrinos de lo más variopinto que venimos compartiendo etapas, paradas, risas, agradables charlas… y que está compuesto por las siguientes personas: Sergio y Alvaro, o Alvarito, como le llama cariñosamente Sergio. Ambos son amigos, de Getafe y, claro está, han venido juntos. Luego están dos jovencitas vascas, de Bilbo, muy simpáticas, de escasos 20 años: Irantzu y Jaione, de las que espero haber escrito bien sus nombres, pues a menudo me equivoco al decirlos. Sara y David son dos maestros, de la especialidad de Educación física, aunque ella no ejerce. Son también muy jóvenes y canarios de Tenerife por más señas. Él, buen deportista, tiene mucho ímpetu y hace ir a su novia quizás algo pasada de rosca, lo que probablemente le pasará factura más adelante. También nos  acompaña, desde Ribadeo, “la Rubia”, así es como la llamamos todos, pues ese es el color de su pelo y ahora mismo no recuerdo su nombre. Es profesora de instituto en Donosti y se la ve bien preparada para hacer el Camino, una buena andarina. Eso sí, se me antoja de que le gusta ser el centro de atención de todos. Buen andarín es también Roberto, valenciano él, siempre dispuesto a hacer un favor a quien sea. Por cierto, uno de los dos madrileños, Alvaro, se ha sentido hoy indispuesto durante todo el camino, ha vomitado todo lo que ha ingerido y dice haber perdido buena parte de la energía, si no toda la que le quedaba. Veremos cómo le afecta esto en el futuro. Aunque parece que después de dormir la siesta se siente mejor. Mañana entramos en la comarca de Terra Cha (Tierra Llana) con una etapa fácil a priori, tan solo 20 km, que nos servirá a todos de  relativo descanso.
Aunque dura, la etapa de  hoy ha sido de las más bellas de este camino por lo que se refiere al paisaje. Además, hemos tenido la suerte de que no ha llovido y se han alternado buenos ratos de sol con otros de entre sol y nubes. Ahora mismo, se ha nublado bastante y en el  horizonte negros nubarrones amenazan con lluvia y, cosas del camino, la ropa que he tendido hace un rato aún no se ha secado. No será la primera vez que he de ponerme unos calcetines aún húmedos por no ponerme los usados del día anterior.

Camino del Norte: trigésimo-primera etapa


26/7/11

Ribadeo-Vilanova de Lourenzá: 32 km. Mi guía sugiere para hoy esta etapa, pero indica que tiene 29 km de longitud. Sea como sea, en mi planificación previa yo había decidido partir esta etapa y parar en Gondán, más o menos a 20 km del inicio de etapa, donde hay un albergue muy apañado pero sin ningún servicio a la vista, me refiero a tiendas donde comprar alimentos o bar donde poder comer, aunque sea un bocadillo. Llegados al lugar, comprobamos la certeza de lo que indican  las guías y aunque el albergue está bien, como he referido anteriormente, decidimos seguir nuestro camino, pues tan “solo” nos faltaban 8 km para el siguiente albergue, en Vilanova. Luego hemos sabido que en realidad eran 11, con lo que hemos hecho los 32 km a los que me refiero al principio. Yo creo que si hubiésemos sabido que la distancia real entre Gondán y Vilanova era de 11 km nos hubiéramos quedado allí y nos las hubiéramos arreglado de alguna manera para comer. Eso quiere decir que desconocemos el alcance real de nuestras propias fuerzas y que, al decidir, nos basamos casi siempre en los datos de que disponemos, en la experiencia anterior, y esos datos se encuentran siempre en el pasado. ¿No será así, también, en la vida misma? ¿No será por eso que en  muchas ocasiones no decidimos hacer cosas porque con los datos acumulados en nuestra memoria pensamos que no estamos capacitados  para llevarlos a cabo? Me pregunto: ¿cuántos caminos dejamos de transitar en la vida por no saber calibrar bien nuestras propias fuerzas, por miedo, en definitiva? De nuevo, compruebo cómo el camino es una metáfora de la vida.
El lector habrá reparado en que hablo en plural al narrar la etapa de hoy. Ello es así porque he hecho el camino en compañía. Acompañado y acompañando, una vez más, por una persona que trabaja en el mismo sector que yo, en la educación. En concreto, vengo caminando con Oliva, profesora de Música, de Madrid aunque trabaja en un instituto de Getafe. Oliva ha venido al camino acompañada o acompañando a Josefina, profesora de Música en una escuela privada en León. Josefina hizo hace dos años un tramo del camino francés, con lo que ya sabe lo que es llegar a Santiago, y es la responsable de que Oliva esté aquí. Media hora después de salir de Ribadeo y como quiera que Oliva renqueaba en su caminar algo aquejada de molestias en su muslo, resultado de sus malas andanzas en etapas anteriores, como quien más y quien menos, vaya, pues Josefina decidió seguir adelante, estableciendo su propio ritmo de marcha ya que le agobiaba el ritmo más lento de su amiga. Y como uno no va tampoco demasiado fino pues decidí acompañar a Oliva en su caminar. Por cierto, toda la etapa ha estado lloviendo, no muy fuerte pero… lloviendo. En fin, un verano atípico, que dicen los lugareños. Tanto en Asturias como ahora en Galicia, la gente afirma no recordar un verano tan lluvioso como éste.
El largo rato que hemos caminado juntos Oliva y yo, hemos venido hablando de  todo un poco pero, sobre todo, de educación que es nuestro tema común, aunque poco a poco fui  comprobando que también el tema del movimiento 15M nos une. Los km iban pasando, así, de una manera agradable, casi sin darnos cuenta y sólo nos percatábamos de los muchos km que ya llevábamos en las piernas cuando había que subir una cuesta, entonces ambos callábamos, y ello ocurrió en un par de ocasiones en que la pendiente demandaba concentrar  todas las energías en nuestro caminar, para retomar el hilo de la conversación cuando el camino se hacía más llano. He podido comprobar, una vez más, cómo cuando el camino se hace en buena compañía, y hoy la he tenido, la dureza del mismo se hace perceptiblemente más llevadera. La ruta de hoy ha transcurrido por el Valle de Cárcabos y aunque hemos podido ver algo de su paisaje, sólo  hemos podido que intuir la belleza de estos parajes dada la lluvia y la niebla que en todo el recorrido nos ha acompañado, desde las 7 en que salimos de Ribadeo, dejando atrás definitivamente el mar, hasta las 3 de la tarde en que hemos llegado a Vilanova de Lourenzá. Mañana tenemos tan “sólo” 24 km por delante hasta llegar a Gontán. El perfil de la etapa, que no la distancia a recorrer, es lo que más me preocupa ya que tiene 17 km de continua subida: una auténtica prueba de fuego para este peregrino después de haber andado hoy 32 km.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Camino del Norte: trigésima etapa


25/7/11

Tapia de Casariego-Ribadeo: 12 km oficialmente, alguno más en la realidad. Sea como sea, estoy en Ribadeo, Galicia, villa que recibe su nombre del río Eo ,que desemboca aquí y que separa las  comunidades de Asturias, que acabo de dejar, y Galicia. Etapa, pues, relativamente corta, acorde con la intención de que sirva de recuperación para afrontar próximas etapas que parecen, sobre el perfil, ser más duras.
La etapa de hoy, que, según voy comentando con los otros peregrinos que se hallan aquí, cada uno ha hecho por un itinerario diferente, ha sido llana para mí en su mayor parte, y cuando digo llana quiero decir que hay pocas cuestas que subir, aunque haberlas las ha habido. La lluvia ha vuelto a hacer acto de presencia un día más, aunque no por mucho tiempo. Eso sí, hoy se ha vuelto a repetir la angustia de la etapa de ayer ya que las indicaciones del camino, de nuevo, han brillado por su ausencia. He recordado, entonces, que en la vida también  hay cruces de caminos en los que tampoco hay indicaciones de por dónde ha de dirigirse uno, y uno elige un camino y a veces se acierta y a veces se yerra. En la vida no hay quías que te orienten, como sí las tiene el peregrino para su tranquilidad, aunque en ocasiones tampoco te sacan del apuro, como ha sido el caso de hoy. Tengo como norma, cuando se da la circunstancia de llegar a un cruce sin señalizar, de continuar por el camino de enfrente, sin desviarme ni a izquierda ni a derecha, siguiendo mi propia intuición y teniendo en cuenta que en el Camino del Norte el mar siempre nos ha de quedar a la derecha y el sol a nuestra espalda, puesto que caminamos en dirección a poniente y lo hacemos por la mañana.
El albergue que nos acoge, a la entrada del pueblo, nada más dejar el largo puente de la autovía que une ambas comunidades salvando la ría del Eo, es muy pequeño. Según mi guía, para el 2010 estaba previsto uno nuevo en el centro  de la villa, pero seguramente los recortes en gasto público, tomando como coartada la crisis económica en la que vivimos, han sido la causa de que no haya ni señal del nuevo albergue, así que enseguida el viejo albergue, inaugurado en la época de Fraga como reza una placa en las afueras del mismo, se ha llenado. Somos 14 peregrinos que enseguida entablamos una charla que en principio me pareció anodina por lo que me dispuse a dar una vuelta por la ciudad. Más tarde volví a sentarme con ellos en el césped del exterior del albergue donde, entre comentarios insulsos, salía a relucir algún tema que llamaba mi atención. Como quiera que soy consciente de que tengo una tendencia a juzgar y a criticar a la gente que acabo de conocer sin dar tiempo al tiempo para conocerlos mejor, me propongo corregir esos pensamientos y esperar a ver qué da la gente de sí. Enseguida compruebo que detrás de las apariencias hay otras realidades que merecen ser tenidas en cuenta. Quiero creer, y estoy seguro que es así, que detrás de la fachada que uno presenta ante los demás, hay un ser humano con muchas cualidades y también con sus defectos pero ¿quién no los tiene?
Finalmente, ya algo  tarde, llegaron unos peregrinos italianos que acabaron enfadándose porque no había sitio para ellos. Se les propuso dormir en el recibidor en el suelo y algún peregrino le dejó su esterilla para que no tuvieran que hacerlo directamente sobre el suelo. Lo mismo sucedió con dos jovencitas y simpáticas vascas que igualmente habían  llegado tarde. 

Camino del Norte: vigésimo-novena etapa


24/7/11

Navia-Tapia de Casariego: veintitantos km. No sé realmente cuántos km he hecho hoy. En un principio, la ruta prevista para hoy iba de Navia a Tol, itinerario que va por el interior, mientras que finalmente decidí hacer la que acaba en Tapia de Casariego, que va por la costa. Además, me he perdido esta mañana y he dado un buen rodeo hasta que he encontrado de nuevo el camino. Unas obras de la autopista, tan frecuentes por estas tierras, desviaban el camino y la mala o nula señalización me han despistado. El caso es que preguntando se llega a Roma y también a Santiago y eso hice. Me indicaron cómo salir a la carretera nacional 634 y desde allí fue fácil retomar la ruta indicada volviendo a ver las señalizaciones, ora en forma de mojón con  la concha de Santiago ora con la flecha amarilla. Otros peregrinos con los que he comentado esta incidencia también  han confirmado esta visión sobre la mala señalización en estas tierras del poniente de Asturias. Alguien en esta maravillosa comunidad debería tomar cartas en el asunto y solucionar este tema que tanto puede llegar a angustiar al peregrino. Para colmo, ha llovido durante la caminata, eso sí con poca intensidad y durante no demasiado tiempo, afortunadamente.
Me encuentro en Tapia de Casariego, una población costera del oeste de Asturias, muy cerca ya de Galicia. Me alojo en el albergue municipal, sito a la entrada del pueblo, junto a un acantilado. A destacar los baños de este albergue, no por su buen acondicionamiento sino  por todo lo contrario, aunque el resto de la instalación está bien, eso sí muy austero todo.
Hoy he vuelto a caminar solo, completamente solo, de nuevo. El segundo día desde que marcharon Susana y Jesús, a los que echo de menos. Además de los km de más que haya podido hacer, otra inquietud me ha angustiado esta mañana: el miedo a perderme, como así ha sido  en realidad. En más de  una ocasión he tenido que preguntar y recuerdo, también cómo alguien, a las 7 de la mañana -hoy he madrugado bastante- abría la ventana de su casa para avisarme que estaba errando el camino e indicarme el correcto en una bifurcación no señalizada. ¿Qué puede sentir el peregrino sino agradecimiento profundo en estos casos?  En conclusión: era el día establecido para que uno se perdiera, pero ¿por quién?, y ¿por qué? ¿Quizás lo he provocado yo mismo? ¿Quizás he atraído yo mismo esa posibilidad al pensar en ella? Recuerdo haberme quejado en varias ocasiones acerca de la falta de señalización adecuada y ésta ¡es una forma de atraer para uno precisamente lo que uno está temiendo!
Ahora mismo, cuando escribo estas líneas, me ha sucedido una anécdota que creo que  merece ser recogida en estas páginas, a saber: un joven ciclista del camino acaba de salir del albergue con una bolsa en la mano. Dice que va a cenar y me ofrece del contenido de la bolsa. Contiene moras que ha recogido esta tarde de unas zarzas cercanas. Es su cena. A  algún peregrino le  he oído hablar de este joven ciclista. Dicen que últimamente se viene alimentando de madalenas, que compra en gran cantidad y que le sirven para hacer todas las comidas del día. Al parecer no anda muy bien de dinero. Ante su oferta no tengo por más que compadecerme* de él y ofrecerle mi ayuda. Le propongo que acepte un billete de diez euros con los que cenar esta noche en condiciones, algo caliente que  le reconforte. Enseguida ha rechazado mi oferta disculpándose repetidamente porque no quiere herir mis sentimientos, agradeciendo así mismo mi gesto. Le vuelvo a insistir y le ruego no se tome mi oferta como una limosna que se da a un pobre. Vuelve a agradecérmelo y me pide perdón de nuevo por si me he sentido menospreciado por él. Yo le digo que no es así, que mi oferta es sincera y que me gustaría que pudiera comer caliente. Entonces me cuenta que es verdad que dispone de poco dinero para llegar hasta Santiago pero que con lo que tiene se apaña. Además, me dice, sus padres se han ofrecido a darle algún dinero y que él, igualmente, lo ha rechazado. Quiere  apañarse con lo que él ha podido ahorrar para hacer el camino. En fin, allá que se va hacia el acantilado, a dar cuenta de sus moras, que por cierto, aún no deben estar maduras, como he podido comprobar yo mismo en algún día anterior.

martes, 16 de agosto de 2011

Camino del Norte: vigésimo-octava etapa


23/7/11

Luarca-Navia: 20 km. Pocas cosas recuerdo de esta etapa. Escribo sobre ella 24 horas después de lo que lo hubiera hecho si sigo mis rutinas diarias. Ayer no me apetecía nada ponerme a escribir y poca cosa había que contar en realidad. Hizo buen día para caminar y no llegué a cumplir con lo que estaba previsto para este día. La salida de Luarca por la calle de la Peña es de las que hay que anotar bien en el diario pues constituye una cuesta de las que se recuerdan en días posteriores. Una fuerte pendiente hasta llegar hasta la ermita del mismo nombre nos recuerda que estamos en el Camino del Norte. En fin, contar también que en el anochecer anterior pude contemplar el espectáculo de la puesta de sol, muy pocos minutos después de las diez de la  noche.
En principio, la etapa se había de acabar en Piñera y eran  las 12,15 cuando llegué. Pregunté por el albergue en casa de la hospitalera, que está a la entrada del pueblo, y me quedé a charlar un rato con el señor que me atendió ya que resultó que había vivido en Cataluña algunos años, ahora está jubilado, y conocía bastante bien la zona del Vallés, mi comarca. Mientras tanto, había decidido no acabar etapa allí, puesto que era muy temprano y me veía con ganas de seguir mi camino, así que le pregunté por algún hostal en Navia apto para presupuestos de peregrino y me recomendó uno que él conocía, diciéndome que dijera al llegar que venía de parte suya. Así lo hice y pude comprobar que efectivamente el precio era asequible, 20 euros, estaba como nuevo pues se había reformado últimamente y me lavaron y tendieron la ropa mientras yo salía a dar una vuelta por el pueblo. Di un amplio paseo por la ría de Navia y añadí algún km más a los ya recorridos por la mañana. Cuando llegó la hora, no tenía ganas de cenar así que entre en un super y compré cerezas, lo que constituyó mi cena del día y enseguida me retiré a descansar.

Camino del Norte: vigésimo-séptima etapa


22/7/11

Cadavedo-Luarca: 15 km. Esta noche pasada he podido descansar un poco más. Me fui a la cama a las 22,00  y no tardé demasiado en dormirme. Me desperté a las 7. Aún hice un poco el remolón  durante media hora más y me levanté. Preparé la mochila sin prisa y esperé a que Susana y Jesús se despertaran. Hemos dormido en un apartamento de dos habitaciones y cocina- comedor que alquilamos entre los tres. Eso explica el porqué de las 9 horas de descanso esta noche. Faltaban 10 minutos para las 8 cuando Susana salió  de su habitación para dirigirse al baño. Poco después desayunábamos juntos, la casera nos había dejado algo para desayunar. A las 8,30 llegó mi hora de partir. Le di un abrazo a mis dos compañeros de camino los últimos días y les deseé que volvieran el año que viene a retomar aquí su camino. Triste despedida. Se le coge mucho apego a la buena gente del Camino.
Hice toda la etapa, corta etapa, solo. Pronto empezaron las complicaciones: barro en los caminos por la lluvia caída ayer pero, sobre todo, por la falta de señalización. Los mojones con la concha de Santiago y las flechas amarillas escasearon en esta etapa. Estoy convencido que he hecho algún km de más. La misma guía que llevo lo indica: no hacer caso de los mojones que hacen dar un rodeo innecesario y alargan la ruta y recomienda seguir las flechas, que yo no he visto. En fin, llegué finalmente al albergue, sito en Almunia, a dos km de Luarca y tras la ducha y el lavado de ropa de rigor, pregunté a unos peregrinos si sabían dónde se podía comer de menú. Me aseguraron que no había ningún sitio cerca y que ellos habían ido a la carretera  donde a 1 km de distancia había un restaurante. Bien, como quería bajar a Luarca, al igual que otros dos peregrinos que había conocido en días anteriores, pensamos en tomar un autobús en la carretera pero alguien debió oírnos y nos dijo que no había comunicación con Luarca por autobús y que él había tomado un taxi  que por 5 euros lo acercó hasta Luarca. Nos dio el teléfono por si queríamos llamarlo y así lo hicimos: compartimos el taxi los tres. Di una vuelta por el puerto parándome a mirar los precios de los menús en los diferentes restaurantes y finalmente comí en uno de ellos por 10 euros. Luego, busqué una cafetería donde poder ver cómodamente el tour que llegaba a  su etapa reina y no quería perdérmelo. Al acabar, busqué de nuevo un taxi, ahora ya sólo, y me dirigí al albergue. Al llegar, comprobé si la ropa estaba seca y como así era la recogí, la guardé en la mochila y me dispuse a escribir estas líneas. Son las 18,30 de la tarde, el albergue está lleno, aunque todo el mundo se ha ido y sólo somos 3 peregrinos los que estamos aquí ahora mismo. Acaba de llegar un nuevo peregrino, extranjero, aunque no descubro aún de dónde. Pregunta por la hospitalera que hace unos minutos estaba por aquí. Cuando aparece, le pregunta, en un castellano más que aceptable, si hay alguna habitación para grandes roncadores, pues él lo es  y no quiere molestar a los demás. La hospitalera se sonríe y le responde que no.
Como he dicho, la etapa la he hecho totalmente solo lo que me ha dado mucho tiempo para pensar en mis cosas. He notado la ausencia de Jesús y Susana. ¡Cuán fácil resulta caminar con su buena compañía! Pero así son las cosas en el Camino de Santiago, el Camino te une y el Camino te separa. Hay que agradecer que ambas cosas sucedan, pues así es, también, en la vida misma: ¡de todo se puede sacar un aprendizaje!

lunes, 15 de agosto de 2011

Camino del Norte: vigésimo-sexta etapa


21/7/11

Soto de Luiña-Cadavedo: 23 km. Esta mañana se ha dado una de aquellas situaciones que se suceden en el camino  y que uno no acaba de comprender por más que se comenta con los compañeros de viaje. Ocurrió que pocos minutos antes de las 6,  la inmensa mayoría de los peregrinos que dormían en el albergue parecieron haberse puesto de acuerdo en la hora de levantarse ya que en escasos minutos el albergue quedó casi desierto. El ruido fue mayúsculo y casi nadie parecía tener interés en no molestar a los que todavía  estábamos en la cama. Este hecho  podría haber tenido sentido en el Camino Francés, en pleno verano, pero no en el Camino del Norte. En aquel, la afluencia de peregrinos impulsa a muchos a madrugar para llegar a buena hora al albergue y asegurarse así una plaza ya que, a veces, esto es harto difícil, sobre todo a medida que se acerca uno a Galicia y ya dentro de esta comunidad. Pero en el Camino del Norte esta circunstancia no se da. Los albergues son suficientes para los peregrinos que lo recorren, al menos hasta el momento. El caso es que a partir de ese momento el resto de los alojados allí hicimos lo propio pues nos habían despertado y no eran  horas, tampoco, para esperar a que pasase el chaparrón  y continuar durmiendo, por lo que casi todo el mundo optó por lo mismo: levantarse. Había que ver la cara de una pareja que acababa de empezar su camino cuando  vieron y, sobre todo, oído la vorágine que se ha armado en un momento. No entendían lo que sus ojos y oídos percibían. Precisamente el peregrino que comentaba ayer que el Camino del Norte no tiene  el espíritu que había vivido en el Francés fue uno de los primeros en levantarse, aunque, se le ha de reconocer, no fue de los que más ruido hizo pues cuando quise acordar ya no estaba en la sala que nos alojaba. Y yo digo que, en todo caso, lo que falta es respeto de los unos para con los otros, de los que madrugan para con los que no lo hacen. Y es que en el Camino, en todos los Caminos, se encuentran a menudo los peregrinos de verdad con los turigrinos, mezcla de turista y peregrino, con más de lo primero que de lo segundo. Los turigrinos vienen al camino de vacaciones, aprovechando las infraestructuras existentes para ahorrarse un dinero en sus días de asueto y descanso del trabajo.
En fin, son historias del camino. La noche, por lo demás, fue lluviosa y la mañana se despertó de igual manera. Salí con Susana, la maestra que trabaja en Murcia, aunque ella es de Madrigal de las Altas Torres (Ávila) y hemos  hecho juntos toda la etapa. Una etapa que transcurre, en su mayor parte, por carretera. El hospitalero nos había recomendado un par de desvíos por caminos que él mismo había señalizado y que nos acercaban a los acantilados. Nosotros tomamos el primero de los sugeridos y pronto comprobamos cómo es de cierta aquella máxima del camino que dice que todo lo que se baja, más tarde o más temprano, se sube. Y ese fue nuestro caso. En un principio no nos percatamos de la buena bajada que estábamos haciendo, nos dimos cuenta cuando se acabó y vimos la pared que había que subir. La afrontamos con más o menos resignación y dimos gracias al cielo cuando, por fin, vimos de nuevo la carretera. Había sido una pendiente muy dura, con un piso que aún la hacía más difícil pues el barro lo cubría todo. Al pisar de nuevo el asfalto Susana y yo nos miramos y nos prometimos no volver a tomar un desvío, por muy recomendado que fuese, en la etapa. La lluvia se alternó con algunos claros durante el recorrido de hoy. El sol nos secaba enseguida y al poco de quitarnos el chubasquero se tapaba y volvía a llover. Así hasta las 2, hora en que llegamos al albergue. Suerte la mía, ya que una agradable  plática con Susana ha hecho mucho más llevadero el camino. Paramos a reponer fuerzas y al reemprenderlo cada uno adoptó su ritmo y nos separamos. Cuando el cansancio comenzó a hacer mella volvimos a reencontrarnos. Afortunadamente, la carretera no era muy transitada y eso lo hizo todo más fácil.
Como quiera que viera en Susana una buena persona, en el sentido machadiano de la palabra, de repente me sorprendí a mi mismo contándole mi vida. Cuando fui consciente de ello me disculpé pensando que quizás me estaba poniendo algo pesado contándole mis cosas. Ella no le dio mayor importancia y seguimos hablando de esto, de aquello y de lo de más allá, es decir, de las cosas propias del camino. Por cierto, Jesús, su pareja, no ha partido con nosotros ya que su estado así lo aconsejaba. Sus molestias en el talón no remiten y después de consultar con el médico ha decidido acabar aquí su camino. Le ha dicho a Susana que continúe ella, que él se da por satisfecho con lo que ha hecho y que el año que viene podrá reemprenderlo, pero Susana no ha aceptado la oferta y marchará con él. Aún así, me comenta, le sabe mal dejarlo porque precisamente ahora empezaba  a verle sentido a esta locura de hacer el Camino, cosa que no entendía antes. Ella vino por él y se va con él, aunque se lleva consigo el gusanillo del Camino y piensa ya en volver. Ella que, precisamente, no le encontraba el sentido a esto de caminar horas y horas con unos cuantos kilos a la espalda, pasando, a veces, penalidades que en la vida cotidiana uno rehúye, ella es la que ahora le ha encontrado el qué al Camino. Y es que así es el Camino: te da y te quita, te lo hace pasar mal en lo que se refiere al aspecto físico, a veces también, en lo emocional, pero te llena, también, de cosas que solo aquí ha encontrado este peregrino que intenta transcribir todo lo que el Camino le da y  no sabe bien explicar y es que… el Camino hay que vivirlo, hay que experimentarlo para poder entenderlo.
¡Ultreia Susana, ultreia Jesús, ultreia peregrinos, ultreia buena gente del Camino!  Hasta siempre, compañeros.

Camino del Norte: vigésimo-quinta etapa


20/7/11

El Pito-Soto de Luiña: 13 km según la guía, unos cuantos más en la realidad ya que las obras de la autopista han cortado y desviado el camino y hemos tenido que dar un buen rodeo. De modo que si lo que habíamos planificado era una etapa corta no ha resultado ser así. Continúo caminando con mis dos compañeros en estos días: Susana y Jesús. Los tres vamos tocados y hemos resuelto hacer una etapa de “descanso”, inmejorable, por otra parte, en lo que al tiempo se refiere. El sol y las nubes, además de una agradable brisa, nos han acompañado en  toda la ruta de hoy. Algo de camino pero más asfalto  que tierra y, de nuevo, unas antiguas escuelas reconvertidas en albergue nos acogen. Se agradece este gesto de los ayuntamientos por los que pasa el Camino y deseamos que cunda el ejemplo en otros municipios que aún no han hecho lo propio, que son unos cuantos.
El resto de la  jornada no tiene mucho más que contar. Hay un peregrino español  que no hace más que quejarse  de que el Camino del Norte no tiene nada que ver con el Camino Francés que él hizo anteriormente. Dice que le falta el espíritu que encontró allí y que en este no aparece por ningún lado. Verdaderamente, y en parte, tiene razón ya que, al igual que en la vida, no hay dos caminos iguales y, aún más, el mismo camino recorrido por personas diferentes no tiene nada que ver el uno con el otro. Así son los caminos de Santiago, todos caminos, pero ninguno igual que otro. De hecho, el camino lo hacen los peregrinos como decía nuestro admirado poeta Antonio Machado: “caminante son tus huellas el camino y nada más, caminante no hay camino, se hace camino al andar”. Y, exactamente, así es. Pues bien, las quejas de este peregrino que se empeña en comparar ambos caminos de forma cansina, no tienen, a mi modo de ver, razón alguna. El camino lo hacen los peregrinos que por él transitan y es la suma de sus actitudes y comportamientos lo que los hacen más o menos atractivos desde un punto de vista humano.
Si la mañana fue agradable no puede decirse lo mismo de la tarde. Se ha nublado y ha llovido.  La noche parece que se presenta igual según dice la previsión del tiempo que hemos visto en la TV, incluso para buena parte del día de mañana, en que voy a intentar cambiar la estrategia para afrontar la etapa. No ando muy bien de los pies, como ya he dicho en anteriores ocasiones, y voy a hacer una buena parada a mitad de etapa a ver si así mi cuerpo se va adaptando mejor a las circunstancias del camino.