29/7/11
Villalba-Baamonde: 20 km. Otra fácil y agradable etapa. Pareciera que Santiago se apiada del peregrino y procura que el camino sea más cómodo y confortable en estas últimas etapas que estamos recorriendo, tanto por lo que se refiere a la distancia como a la comodidad. La etapa ha sido completamente llana como era de prever y he caminado con la agradable compañía de Oliva y Josefina. ¿Qué más puede desear el peregrino en su caminar?
Decidimos salir temprano pues se preveía buen tiempo soleado y no queríamos que nos cogiese la solana a partir del mediodía, pues, aunque no lo parezca estamos en verano, en plena canícula. La ruta cruza varias veces la carretera nacional por lo que a mitad de etapa decidimos tomarla para así ahorrarnos algún km. De esta manera, llegamos los primeros del grupo, al albergue cuando justamente tocaban las 12. El hospitalero nos recomendó un baño en un río cercano nosotros nos dirigimos hacia allí después de tomarnos una habitación de 8 camas para el grupo. El río se encontraba a algo menos de medio km y cuando llegamos vimos un lugar acondicionado para pasar el día de picnic y baño. Aunque no era un gran río, se había practicado en el una represa que acumulaba el agua hasta una altura de más de 2 metros en algunos puntos, suficientes para darse un buen chapuzón. Yo fui el primero en entrar en el agua y también fui el primero ya que estaba algo fresquita. Oliva y Josefina no tardaron en meterse y tardaron bastante más que yo en salirse. Ellas, tras la primera impresión, la encontraron estupenda. Hice algunas fotos y me marché, dejándolas a ellas aún en el agua. Poco después de mi retorno al albergue llegaron el resto de peregrinos del grupo a los cuales informé sobre el río y que las chicas les esperaban allí. Y allá que marcharon todos. Estuvieron un rato y cuando volvieron Sergio hizo pa amb tumaca y cada uno compartió lo que tenía: queso, jamón, embutidos… Lo mejor de cuando estamos todos juntos es lo que llegamos a reír, es un no parar con los comentarios y chascarrillos de Sergio, a los cuales cada uno de nosotros pone el contrapunto ya sea conscientemente o apenas sin proponérselo. Es este un grupo en el que compartimos las cosas materiales cuando es menester y también otras cosas que no se ven con los ojos sino con el corazón. Y el caso es que cada uno hace cada etapa a su aire, juntándonos o separándonos para luego volvernos a reencontrar, por ejemplo cuando echamos de menos un descanso, un pincho de tortilla, o cuando alguien como este que escribe tiene la necesidad de rezar a San Miguel o a Santa Clara, copatrones del camino con permiso de Santiago. Y no es que sea uno practicante, no, pero la verdad es que refresca mucho en verano.
En el grupo ha habido una nueva incorporación, se trata de Susana, madrileña también, que ha venido sola al Camino y lleva dos días caminando. Ha sido bien recibida y acogida por todos nosotros. Poco a poco, etapa a etapa, los nuevos peregrinos van cogiendo los intríngulis del camino y sus rutinas, aunque hay a quien le cuesta más que a otros, como por ejemplo cuando alguien se pone a lavar la ropa del día a las ocho de la tarde y pretende que se le seque para el día siguiente, cuando precisamente en estas tierras las noches son frescas y húmedas.
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