26/7/11
Ribadeo-Vilanova de Lourenzá: 32 km. Mi guía sugiere para hoy esta etapa, pero indica que tiene 29 km de longitud. Sea como sea, en mi planificación previa yo había decidido partir esta etapa y parar en Gondán, más o menos a 20 km del inicio de etapa, donde hay un albergue muy apañado pero sin ningún servicio a la vista, me refiero a tiendas donde comprar alimentos o bar donde poder comer, aunque sea un bocadillo. Llegados al lugar, comprobamos la certeza de lo que indican las guías y aunque el albergue está bien, como he referido anteriormente, decidimos seguir nuestro camino, pues tan “solo” nos faltaban 8 km para el siguiente albergue, en Vilanova. Luego hemos sabido que en realidad eran 11, con lo que hemos hecho los 32 km a los que me refiero al principio. Yo creo que si hubiésemos sabido que la distancia real entre Gondán y Vilanova era de 11 km nos hubiéramos quedado allí y nos las hubiéramos arreglado de alguna manera para comer. Eso quiere decir que desconocemos el alcance real de nuestras propias fuerzas y que, al decidir, nos basamos casi siempre en los datos de que disponemos, en la experiencia anterior, y esos datos se encuentran siempre en el pasado. ¿No será así, también, en la vida misma? ¿No será por eso que en muchas ocasiones no decidimos hacer cosas porque con los datos acumulados en nuestra memoria pensamos que no estamos capacitados para llevarlos a cabo? Me pregunto: ¿cuántos caminos dejamos de transitar en la vida por no saber calibrar bien nuestras propias fuerzas, por miedo, en definitiva? De nuevo, compruebo cómo el camino es una metáfora de la vida.
El lector habrá reparado en que hablo en plural al narrar la etapa de hoy. Ello es así porque he hecho el camino en compañía. Acompañado y acompañando, una vez más, por una persona que trabaja en el mismo sector que yo, en la educación. En concreto, vengo caminando con Oliva, profesora de Música, de Madrid aunque trabaja en un instituto de Getafe. Oliva ha venido al camino acompañada o acompañando a Josefina, profesora de Música en una escuela privada en León. Josefina hizo hace dos años un tramo del camino francés, con lo que ya sabe lo que es llegar a Santiago, y es la responsable de que Oliva esté aquí. Media hora después de salir de Ribadeo y como quiera que Oliva renqueaba en su caminar algo aquejada de molestias en su muslo, resultado de sus malas andanzas en etapas anteriores, como quien más y quien menos, vaya, pues Josefina decidió seguir adelante, estableciendo su propio ritmo de marcha ya que le agobiaba el ritmo más lento de su amiga. Y como uno no va tampoco demasiado fino pues decidí acompañar a Oliva en su caminar. Por cierto, toda la etapa ha estado lloviendo, no muy fuerte pero… lloviendo. En fin, un verano atípico, que dicen los lugareños. Tanto en Asturias como ahora en Galicia, la gente afirma no recordar un verano tan lluvioso como éste.
El largo rato que hemos caminado juntos Oliva y yo, hemos venido hablando de todo un poco pero, sobre todo, de educación que es nuestro tema común, aunque poco a poco fui comprobando que también el tema del movimiento 15M nos une. Los km iban pasando, así, de una manera agradable, casi sin darnos cuenta y sólo nos percatábamos de los muchos km que ya llevábamos en las piernas cuando había que subir una cuesta, entonces ambos callábamos, y ello ocurrió en un par de ocasiones en que la pendiente demandaba concentrar todas las energías en nuestro caminar, para retomar el hilo de la conversación cuando el camino se hacía más llano. He podido comprobar, una vez más, cómo cuando el camino se hace en buena compañía, y hoy la he tenido, la dureza del mismo se hace perceptiblemente más llevadera. La ruta de hoy ha transcurrido por el Valle de Cárcabos y aunque hemos podido ver algo de su paisaje, sólo hemos podido que intuir la belleza de estos parajes dada la lluvia y la niebla que en todo el recorrido nos ha acompañado, desde las 7 en que salimos de Ribadeo, dejando atrás definitivamente el mar, hasta las 3 de la tarde en que hemos llegado a Vilanova de Lourenzá. Mañana tenemos tan “sólo” 24 km por delante hasta llegar a Gontán. El perfil de la etapa, que no la distancia a recorrer, es lo que más me preocupa ya que tiene 17 km de continua subida: una auténtica prueba de fuego para este peregrino después de haber andado hoy 32 km.
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