Mis gatos: Gurri, que lo fue, y Peluchi, que lo es.

martes, 18 de agosto de 2009

Camino francés: decimo cuarta etapa

18/7/06

Esta noche he dormido algo más: unas seis horas. No está nada mal en comparación con lo que he venido durmiendo los últimos días, siempre menos de seis horas.

Ahora estoy en Villafranca de Montes de Oca, pequeña localidad al borde del camino que hoy es un infierno, pues pasa la carretera nacional Logroño-Burgos, que constituye su única calle y está constantemente transitada por camiones.

El camino hasta aquí, desde Belorado, algo más de doce Km., es de suave pero continua subida. Salí acompañando a Cris y Rodrigo, a un paso aún más lento que el de ayer ya que, por una parte, Cris quería ir lenta, por sus problemas de rodilla y, por otra, Rodrigo no podía ir más rápido pues tiene una tendinitis en su punto álgido. A mi mismo me viene bien este ritmo lento para acabar de asegurar mi recuperación. A Rodrigo le hemos convencido para que se quede aquí dos noches y descanse y después vea como evoluciona su lesión. Él pensaba que con la ingestión de alguna pastilla de más de las que le recetó el médico, tendría suficiente para recuperarse, pero ahora comprende, qué remedio, que le ha faltado reposo. Además, al pobre, le han picado lo que parecen ser chinches en algún albergue y tiene bastantes picaduras en los brazos. Se han dado varios casos en el camino y la sospecha recae en el albergue de Estella según los hospitaleros. Sin ir más lejos, en Logroño tuvieron que ingresar en el hospital a un peregrino que estuvo en el albergue de Estella dado que reaccionó con alergia a las muchas picaduras que sufrió. Afortunadamente, yo no dormí en ese albergue.

Aunque salí con compañía como he dicho antes, al poco tiempo decidí forzar el ritmo y probar mi pierna ante la dura subida que nos espera mañana. La prueba ha sido satisfactoria, no he tenido el más mínimo dolor, aunque sé que el tendón aún no está perfectamente bien, pues noto algo al subir las escaleras. Con el descanso de hoy -a las nueve y media estaba en la puerta del albergue- espero que mañana no tendré ningún problema.

El pueblo en sí es pequeño y aburrido, sólo tiene una calle, que es la carretera, y nada que ver. Pasaré el resto de la tarde leyendo. Quiero mencionar que aún sigo recibiendo mensajes de ánimo o interesándose por mi, de mis compañeras de colegio: Tere, que fue la primera; Carmen Sola, que no supe quien era al principio pues no tenía anotado su número de teléfono en la agenda del móvil; Carmen González, que me envío tres mensajes antes de marchar para Malaisia; Núria, Carmen Alvarez, Antonia y José, así como Laura, que está en Chile de viaje. Obviamente, agradezco las llamadas y mensajes de mis hijas, Sara y Eva, que lo son todo para mi; de mis sobrinas Gemma y Marina ,que me han demostrado que lo son; de mis amigos recuperados, Angel y Fernando; de mi amigo Antonio y, como no, de Dori y Vicente. Me falta contactar con Ana Briongos, que debe estar por uno estos pueblos castellanos. Acabo de llamarla y me contestan que el número marcado no existe. No lo entiendo, a no ser que Carmen Alvarez se haya equivocado cuando le pedí que me enviara un SMS con su número de móvil. Seguiré insistiendo. Mañana llegamos a Atapuerca, donde pasaremos la noche y visitaremos el famoso yacimiento. Ahora voy a relatar el último incidente del día.

Resulta que unos jóvenes peregrinos han llegado al albergue sin dinero y no les dejan alojarse si no pagan los seis euros correspondientes. El cielo amenaza tormenta y dudan de que puedan quedarse en el cobertizo que hay en el patio de lo que antaño fue una escuela y que ahora es el albergue, además de consultorio médico y farmacia del pueblo. Una peregrina argentina, Gabriela, ha decidido hacer una colecta entre el resto de los peregrinos y se les ha resuelto el problema a estos chicos, que se han quedado sin dinero pensando que en este pueblo había cajero. Yo también he estado a punto de que me pasara lo mismo y tras pagar los seis euros del albergue me he dado cuenta de que no tenía efectivo. Lo he solucionado pagando con tarjeta el restaurante de hoy, donde éramos tres, y ellos me han dado su parte correspondiente.

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