Camino
Sanabrés: Quarta etapa
20/07/2012
Faramontanos-Tábara: 8 km.
Sí. El lector ha leído bien. Son 8 km los que he hecho hoy.
Pero todo tiene una explicación. Ayer podía haber hecho estos 8 km añadiéndolos
a los 20 que hice. Hubiesen sumado 28 en total pero yo no estoy aún para tantas
alegrías. Uno sabe lo que no puede y no debe de hacer, so pena de sufrir las
consecuencias. Si los 8 km los hubiese sumado a los de la siguiente etapa
hubiesen sido más de 30 y tampoco podía ser. Por lo tanto, como quiera que las
uvas no están a mi alcance, como diría la zorra en la conocida fábula, es que
en realidad están verdes. Hoy pues día de descanso. El cuerpo lo va a agradecer
y se lo merece. He llegado al albergue muy temprano: a las 11, tras un
agradable paseo por la dehesa. Al llegar, me encuentro la puerta cerrada. En la
pared hay un cartel que indica dónde ir a buscar las llaves. Allí me dirijo y
torno al albergue. Una vez instalado y procedido a las rutinas típicas del
camino llegan los dos peregrinos de Madrid que ayer me acompañaron en el
albergue. Han dejado sus mochilas y se han ido a visitar el pueblo. Cuando
acabe estas líneas haré lo propio.
De modo que, escritas estas primeras líneas, me voy en busca
de la plaza del pueblo por la que pasé esta mañana camino del albergue. Me
siento en la terraza de un bar a tomar una cervecita. Allí estoy un buen rato.
Acompaño la cerveza con un pincho de
tortilla y a falta de algo mejor que hacer me entretengo mirando el facebook y
colgando alguna foto en el mismo. Al cabo de un rato, me voy al restaurante
donde por 9 euros como dos platos, pan, bebida y postre. Una vez acabado me
dirijo de nuevo al albergue donde al llegar compruebo que tenemos nueva compañía:
2 peregrinos nuevos. Están en la cocina-comedor donde esperan a que se acaben
de hacer unas lentejas al más puro estilo casero. Poco antes han dado cuenta de
una buena ensalada. Decido sentarme con ellos
a pegar la hebra antes de irme al dormitorio a echar la siesta. Uno
viene desde Málaga por el llamado Camino Mozárabe, pasando por Córdoba hasta
llegar a Mérida, donde se une a la Vía de la Plata. El peregrino que ahora le
acompaña es del mismo Badajoz. El malagueño no tiene inconveniente alguno en
contar que es policía jubilado, incluso cuenta algunas peripecias de su vida
profesional. El pacense está tan gordo, sobre todo de abdomen, que a uno se le
antoja que muy mal tiene que llevar esto de caminar unas cuantas horas cada
día, mochila incluída. Hoy, por lo oído, ha hecho más de 30 km y mañana dice
que hará la mitad.
Tras este rato de charla me fui a dormir la siesta y ya
avanzada la tarde llegaron dos ciclistas madrileños al albergue. Poco después
llegó la puesta de sol que en estos días procuro ver. Los ciclistas también
están fuera relajándose y surge, inevitable, la conversación. No tarda mucho en
salir el tema de la crisis. Ambos son sociólogos y trabajan, mejor dicho
trabajaban, en rehabilitación de drogodependientes. Se quejan de la falta de
sensibilidad de los políticos de su comunidad, que han acabado retirando las
subvenciones a estas políticas con la excusa de la crisis. Obviamente, ellos
también han sido perjudicados puesto que se han quedado sin trabajo. Pero los
más perjudicados son los propios sujetos que recibían estas ayudas y que ahora
no las tendrán con lo que se verán abocados a costeárselas ellos mismos, si
pueden, o dejarlas, con las consecuencias que esto tendría para sus vidas, las
de sus familiares y amigos y para el conjunto de la sociedad, puesto que un
drogodependiente no tratado es un potencial delincuente si sigue por el camino
de la droga. En fin, lo considero una incoherencia porque lo que no se gasta en
prevención se gastará después en represión, malestar social, etc, etc. Y como
lo uno lleva a lo otro, hablar de recortes lleva a hablar de política, y
acabamos coincidiendo en que estamos en el inicio de un cambio importante.
Afirman ellos, que en buena parte, gracias a las políticas de Rajoy, éste está
consiguiendo unir a la gente en su contra y muy a pesar suyo. La charla era
agradable pero pronto llegaron las 11 y no conviene al peregrino trasnochar más
allá de esta hora. Mañana quiero madrugar.
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