Mis gatos: Gurri, que lo fue, y Peluchi, que lo es.

lunes, 13 de agosto de 2012


Camino Sanabrés: quinta etapa

21/07/2012

Tábara-Santa Croya de Tera: 22 km más la propina.

Me refiero con lo de la propina a que en un momento de la etapa interpreté mal un mojón de los que indican la dirección en que se ha de seguir y anduve como 3 km en dirección errónea, contando ida y vuelta, hasta retomar el camino correcto. Lo curioso del caso es que al peregrino malagueño del que hablé ayer le ha pasado lo mismo: ha interpretado incorrectamente el mojón indicador, pero éste ha ido más allá que yo en su desvío y habrá hecho, según dice él, unos 6 km más en total. Estoy de acuerdo con lo que afirmaba, ya que, si es verdad que ha subido donde yo me temía que había que subir, después de una larguísima recta  acabada en una pronunciada cuesta que moría encima de la sierra en la que majestuosos aerogeneradores dominan el horizonte y rompen la silueta redondeada de su perfil, pues eso vienen a ser los 6 km que este peregrino afirma haber hecho de más. Las dudas empezaron en un cruce donde había que girar a la izquierda para dejar la larga recta que se empinaba hacia los gigantes con aspas. El mojón siempre lo habíamos visto ubicado a la izquierda del camino, justo hacia donde había que girar, y este estaba en la derecha con lo cual interpretamos que la dirección correcta era la que parecía indicar la concha con sus “dedos”.

Empecé a sospechar que la dirección no era la correcta cuando no vi ninguna flecha amarilla que lo confirmara. Entonces me paré y decidí consultar la guía del camino en Internet, mediante el móvil. Como quiera que la conexión no era muy rápida que digamos, mientras esperaba miré hacia la enorme cuesta que tenía ante mí y en esto vi bajar un peregrino que al principio no reconocí, por la lejanía, pero que pronto deduje que debía de ser el malagueño, que salió media hora antes que yo. Lo esperé y me contó cómo también había tenido sus sospechas, pero pensó que quizás arriba se vería una continuidad del camino o un desvío para retomarlo. Sin embargo, me dijo que arriba todo acababa a pie de los aerogeneradores y no se veía camino ni sendero por ninguna parte, sólo bosque y maleza. Me alegré de no haber continuado y con ello me ahorré unos km que mis piernas agradecerán. Volvimos atrás, pues, y retomamos juntos el camino correcto. Poco después nos encontramos con los dos madrileños, que acostumbran a salir más tarde. Les explicamos lo que nos pasó y seguimos nuestro camino por separado. Una nueva cuesta, aunque ésta más corta, me sirvió de excusa para hacer un alto en el camino, para reponer fuerzas y descansar, le dije a mi acompañante, pero en realidad era una estratagema para zafarme de su conversación que, más que un diálogo, era un monólogo, pues no cesaba de hablar y hablar, contando las peripecias y batallitas que había vivido en su vida profesional. Así lo hice y mi compañero, en ese momento, continuó su senda, pues además de gran hablador es gran caminador, que no caminante. Rehíce mi andadura y poco después me encontré con 4 peregrinos más, muy simpáticos ellos, con los que apenas intercambié 4 palabras y no precisamente porque yo no lo intentara. Ellos iban a su “rollo” y yo decidí ir al mío, como no podía ser de otra manera.
Llegué a Santa Croya de Tera a las 13 horas y allí decidí alojarme en un albergue privado que resultó ser un oasis de paz y tranquilidad. Un kilómetro más adelante, en la otra orilla del río, en el pueblo hermano de Santa Marta de Tera, hay un albergue municipal, pero yo había decidido ya darme el lujo, tampoco muy costoso, de un privado. Pagué un total de 28 euros por el alojamiento, la comida del mediodía, poner una lavadora y un bocadillo para el desayuno de mañana.
Por la tarde, fui a visitar el pueblo de Santa Marta de Tera, siendo éste último el nombre del río, por cierto muy ancho en este punto, no pareciendo un afluente del Esla, a su vez afluente del Duero. La particularidad de este río es que nace en el lago de Sanabria.  La iglesia de Sta. Marta es románica del siglo XI. En ella hay una estatua de Santiago peregrino, que parece ser la más antigua imagen que se conserva del apóstol en España.



Celestina, la simpática y amable encargada de cuidar del templo durante las horas de visita, nos  ha explicado algunos detalles que al visitante se le escapan por más que esté atento. Así, nos contó cómo esta iglesia ofrece el fenómeno de la luz equinocial cada cierto periodo de tiempo. Esta es una de las características más llamativas del templo románico. Dicho fenómeno se produce dos veces al año. Coincidiendo con los equinocios de otoño y de primavera, el sol penetra en la sala a través del óculo de la cabecera e ilumina el capitel historiado situado a la izquierda del ábside. El fenómeno de la luz equinocial fue redescubierto no hace muchos años por el entonces párroco de la localidad Don Julián Acedo, ya fallecido. Él fue el principal divulgador de dicha maravilla o eso dicen las personas y peregrinos que acuden a observar este fenómeno, en primera persona, los días 21 de marzo y 23 de septiembre desde hace más de una década. En este punto, quiero agradecer la amabilidad de Celestina por explicarnos detalles que pasarían inadvertidos si no fuera por ella, aunque, por lo que nos dijo, no podía acompañar a los visitantes en su recorrido, tanto interior como exterior, durante la visita. Eran normas de su trabajo que ella muy amablemente se saltó. Se nota que vive con pasión su trabajo. Muchas gracias.





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