Mis gatos: Gurri, que lo fue, y Peluchi, que lo es.

martes, 27 de julio de 2010

Camino del Norte: 5ª etapa

9/7/2010

Salimos de Deba a las 7,30. Después de desayunar y tras cruzar la ría empieza de nuevo la batalla diaria contra el relieve. Dice la sabiduría popular que “cuando no puedes vencer a tu enemigo únete a él”. Pues bien, como en este Camino del Norte el accidentado relieve es como es, el peregrino se adapta y lo hace como puede. Siempre escuchando al cuerpo. Nunca dejándose conducir por la mente. Hoy, en 10 kms, hemos subido desde los 0 metros del nivel del mar en que se encuentra Deba hasta los 500 mts del monte más alto que hay que subir en el tramo de camino del Pais Vasco. Fuertes rampas que desprestigian las subidas que hemos hecho hasta ahora y que, ¡ay!, luego se habían de bajar. Puedo afirmar con contundencia que ésta es la etapa reina en lo que va de camino, tanto por lo que respecta a la altura que hay que salvar como a la distancia a recorrer, 22 kms, además de la impresionante pendiente que significa bajar de los 400 a los 50 mts en tan sólo 3 kms. En fin, inhumano, como dice Juan, mi compañero de fatigas. Hoy, sin embargo, nos hemos separado ya que él quería tomar una alternativa al itinerario que yo he seguido      que transcurre en su mayoría por carretera. Como quiera que yo me hubiera adelantado a mi compañero, finalmente comprobé como él tomaba la desviación de su camino desde un alto donde yo ya me encontraba. Nos despedimos con la mano, ya que hablando era imposible, y creí verlo por última vez. El resto del camino lo hice sólo aunque constantemente me encontraba peregrinos a los que adelantaba o bien ellos lo hacían conmigo. Así llegué a Markina donde primeramente me dirigí al albergue antes de comer. Hice bien pues, de lo contrario,  me hubiese quedado sin plaza en este albergue de la Asociación del Amigos del Camino de Vizcaya, sito en un convento anexo a la iglesia del pueblo. Después de asearme mínimamente, fui a comer y volví inmediatamente al albergue y cual sería mi sorpresa cuando encuentro a Juan que me andaba buscando por ver si quería ir con él a Zenarruza, a 6 kms de allí. El albergue estaba al completo y él y tres peregrinos conocidos polacos habían llamado para comprobar si había plaza. Le dijeron que sí y se ofrecieron a venir a buscarlos en coche. Esperamos a que bajaran a buscarnos del albergue privado a donde queríamos ir a parar y mientras tanto fui a comunicárselo a la hospitalera del albergue en que pensaba en principio alojarme ya que yo había llegado antes, cuando todavía había plazas. No le gustó mucho a la hospitalera este cambio y me pidió que me decidiera enseguida, si me quedaba o me iba. Yo no podía renunciar a una plaza segura allí ya que no sabía, hasta que viniesen a buscarnos, si tenía plaza en el albergue privado. En esto pasó el tiempo y llegó el encargado de subirnos hasta Zenarruza. Me confirmó que había plaza para mi y que cabía en la furgoneta que nos trasladaría. Cogí mi mochila y marché de allí. No me tuve que arrepentir pues, aunque había que pagar 15 euros, el edificio era nuevo, estaba muy bien cuidado e incluía el desayuno, cosa de agradecer pues en ocasiones sale uno del albergue sin probar bocado y se tarde bastante en encontrar un bar donde desayunar. Como ya he referido antes, hemos dejado Guipúzcoa y entrado en Vizcaya. En tres días estaremos en Bilbao.
 A destacar, también, que hoy he conocido, por decirlo de alguna manera, a uno de los peregrinos –en este caso peregrina-  más antipáticas en los cuatro años que llevo haciendo el Camino y de la cual no voy a dar detalles sobre su nacionalidad por no desprestigiar a sus dos compañeros de viaje que son “normales” desde el punto de vista de la sociabilidad. Me refiero a que desde Deba nos hemos cruzado en más de una ocasión, la he saludado y sonreído como haría con cualquier peregrino y ni se ha dignado en mirarme. Luego, en el desplazamiento en coche hacia Zenarruza, he tenido que compartir asiento con ella y, al instalarnos en el albergue, compruebo que también tenía que compartir habitación con ella, con sus dos compañeros y con Juan, el de Madrid. Me consuelo pensando que no tendré que compartir la cama. Je, je, je.
Como curiosidad, decir que hemos pasado por una población llamada Bolívar, pueblo donde vivió el abuelo de Simón Bolívar, el famoso libertador y padre de la independencia de muchos países sudamericanos.

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