Mis gatos: Gurri, que lo fue, y Peluchi, que lo es.

domingo, 1 de agosto de 2010

Camino del Norte: 11ª etapa

15/7/2010

Castro Urdiales- Laredo: ¿38 o 25 Km? ¿Qué elegiría el lector? Yo lo tuve claro y escogí la segunda opción. ¿Hace falta explicarlo? La distancia, claro está, es la clave. Sin embargo, gran parte de los 25 Km. que he hecho hoy han sido por carretera y la carretera mata al peregrino. ¡Así tengo yo los pies hoy!  La alternativa, los 38 Km., consistía en ir por caminos y un paisaje más agradecido pero obviamente con  mucha más distancia. Creo que mi tope son los 30 Km. y procuraré no pasar esta distancia si es que quiero seguir en el Camino.
Laredo, villa pequeña gran parte del año, se convierte en verano en una ciudad de más de 80.000 habitantes. Turistas, del resto de España, en su mayoría. Está de fiestas y los albergues privados, no hay albergue público, están al completo. De manera que enseguida fui en busca de un hotel donde pasar la noche y descansar. Una vez me hube instalado y aseado, salí a dar una vuelta por el largo paseo marítimo que estaba ocupado por las paradas de la feria alternativa que allí se celebraba. Di unas cuantas vueltas y paseé por entre las paradas, esquivando el bullicio de gente que allí se daba cita y, de tanto en tanto, me paraba cuando veía alguna cosa que pudiera gustarme para comprársela a mis chicas. Sin embargo, estuve un rato viendo y oyendo a un grupo de percusión que animaba, y doy fe que lo conseguían, tanto a pequeños como a mayores, con sus tambores y otros instrumentos de percusión. En primera fila, los más pequeños, sentados en el suelo, aunque algunos acabaron de pie, bailando al ritmo de los jóvenes y animosos músicos. Detrás, los mayores y, entre ellos yo, que disfruté tanto o más que alguno de los niños que continuaron sentados todo el rato. Cuando hubieron acabado di una vuelta más por las paradas y me dirigí a comprar aquello que me había llamado la atención en una de las paradas visitadas.
Después del paseo, me senté cómodamente en la terraza de un bar. Tomé una cerveza y me dediqué a ver el pasar de la gente y, sin proponérmelo, a escuchar la conversación que se desarrollaba a mi lado, donde unas cuantas personas hablaban sobre el Barça y las excelencias de sus jugadores y equipo y acabaron hablando sobre Cataluña y los catalanes, en tono positivo por parte del que parecía llevar la voz cantante del grupo. Los demás asentían y sólo una mujer discrepó en algún momento de las opiniones emitidas aunque sin demasiada contrariedad.
Al cabo de un rato me dirigí al hotel, vi un rato la tele y me puse a dormir.

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