15-7-2009
Monreal-Tiebas, 13 kilómetros. Un camino precioso y una etapa corta. Otra vez el camino manda y me impone la distancia. Las chicas continúan acompañándome. Quieren llegar a Eunate conmigo. Les he hablado de mi anterior visita a Santa María de Eunate en el 2006. Son un encanto estas chicas. Mucho tiempo habrá de pasar para que las olvide. Cuatro mujeres diferentes pero cada una con su qué.
El camino, como digo, precioso. Bordea el bosque que cubre la falda de la sierra de Alaitz y perfila los campos de cereales, algunos ya segados. Sin embargo, en mis condiciones, se me ha hecho un poco pesado. El muslo derecho sigue dolorido y me he sentido, además, falto de energía. Una vez más mis compañeras, sobre todo Jone, aunque también Mariola, se han quedado conmigo o me han esperado cuando han visto que yo me rezagaba. Su compañía ha sido fundamental en los momentos más difíciles, sobre todo cuando había que subir alguna cuesta, y unas cuantas había en este tramo. Por si esto no era suficiente, también ha influido el hecho de no haber desayunado adecuadamente hasta que hemos llegado a nuestro destino, a las 11,30. Suerte he tenido, aunque a esto se le llama previsión, de portar conmigo barritas de cereales y almendras que me han ayudado a calmar la desagradable sensación de gana cuando me baja el azúcar en sangre. Esto es algo que todo peregrino precavido ha de tener en cuenta cuando se enfrenta al camino: hay que llevar algún alimento que te proporciones energía y glucosa para momentos como estos.
Después de instalarnos en el albergue y llevar a cabo las rutinas propias del camino me fui a comer al mismo bar donde habíamos desayunado al llegar al pueblo. Las chicas, como habíamos desayunado tarde, no tenían ganas y no me acompañaron. Luego pasarían a tomar café. Si lo hizo Francesco, un peregrino italiano que nos acompaña hoy. Él pidió el menú de la casa y yo pedí un bocadillo de pa amb tumaca y jamón serrano. Lo pedí pequeño. Insistí en ello, pero la mujer que tomó nota o bien no me entendió o considera pequeño a casi una barra de cuarto. De nuevo mi cara de sorpresa cuando me lo sirvieron en la mesa. De todas maneras di buena cuenta de él. Lástima que mis compañeras no estuvieran presentes para ver mi reacción, pues se hubieran hartado de reír.
Como ya he mencionado, hoy hemos incorporado un nuevo integrante al grupo, el italiano Francesco, siciliano por más señas. Es profesor de teología en Palermo y ha pasado por todos los niveles de la enseñanza anteriormente. Habla varios idiomas, entre ellos francés, alemán, inglés, además de castellano e italiano y el dialecto de su propia tierra. Así mismo dice que está aprendiendo ruso. Parece buena persona y sus detalles para con nosotros así lo indica. El albergue de Tiebas –bonito pueblo- está muy dejado de la mano de Dios. Se ubica en una escuela que ya no lo es aunque por todas partes se ven objetos y señales de lo que en su momento debió ser una escuela unitaria, ya que sólo tiene dos aulas y en una de ellas dormimos los peregrinos.
En cuanto a mañana… ¡Mañana llegamos a Eunate! Mi final de camino. La etapa será corta. Hemos hablado de ello antes de la siesta y unas jubiladas francesas que están haciendo algunas etapas del camino nos han oído y no han podido dejar de sonreírse socarronamente al oír la distancia que pretendemos recorrer mañana y la hora en que pensamos empezar a andar. Ellas han hecho 40 kilómetros y nosotros no haremos ni la mitad. Sin embargo, juegan con ventaja. Sólo una de ellas lleva una pequeña mochila y la otra un pequeño bolso de mano. Además duermen con lo puesto y sin saco. De todas maneras son dignas de admirar ya que se me antojan distancias demasiado largas para personas de cierta edad como lo son ellas. Nos dicen que son jubiladas y se dedican a caminar casi cada día. Una de ellas habla bastante bien castellano, la otra es vasco-francesa y habla, además de francés, euskera, aunque en la variedad dialectal del país vasco francés. Jone se dedica a hablar con ella durante la cena en euskera y parecen entenderse bien. Hemos cenado en el mismo bar del mediodía todos los peregrinos que nos hallamos alojados en el albergue. Uno de ellos camina con muchas dificultades y el médico le ha dicho que ha de dejar el camino. Son las consecuencias de no planificar adecuadamente las etapas y distancias a recorrer.
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