Mis gatos: Gurri, que lo fue, y Peluchi, que lo es.

domingo, 30 de agosto de 2009

Camino francés: vigésima etapa

24/7/06

Hoy he empezado a andar a las 6 en punto. El camino es totalmente llano, por lo que se prestaba a hacer Km. sin apenas descansar. En total han sido 19,5 Km. en 4 horas y 15 minutos. La etapa de la guía se alarga hasta el siguiente pueblo pero son 17 Km. más y no es cuestión de matarse ni de andar más allá de la 1 bajo el sol. Precisamente, en mi habitación hay un alemán que ayer por la tarde anduvo unas horas a partir de las 6, pensando que ya no haría calor y ahora, cuando escribo esto, está en la cama con fiebre y tapado con dos mantas, pues dice que tiene frío. Obviamente ha tenido un golpe de calor y ha pagado la inexperiencia ya que solo lleva 3 días de camino.
El camino de hoy era dado a la introspección y el intimismo, como dijo anoche el guitarrista, compositor y cantante del dúo que dio ayer un concierto nocturno en la iglesia de San Martín de Frómista, acompañado por una joven y atractiva compañera que tocaba la flauta dulce. Todas las obras que han tocado fueron compuestas por el propio guitarrista inspirándose en los tramos del camino que son más significativos para él, tanto del camino francés como del camino aragonés que, por cierto, tiene tramos de una belleza fuera de lo común.
 Las largas rectas, a un lado los campos, ya segados, de cereales y al otro la carretera hacen de este tramo palentino del camino, algo totalmente diferente  al de las etapas anteriores. Es Castilla dura y pura, como me decía Ana Briongos el otro día en un mensaje.
El concierto aludido me gustó muchísimo: disfruté como un enano (aunque la verdad es que no se de donde viene esta expresión que parece paradójica, ya que un enano debería disfrutar menos que yo, dada su pequeñez). Bien, y ¿qué decir del  marco donde se desarrolló? Es  la cumbre del románico español, según algunos, y no podía ser mejor. Se trata de  una iglesia especialmente bella: por su sencillez de líneas y formas, por su sobriedad en la decoración, por su desnudez, por su número equilibrado de capiteles, por sus pilares, por sus arcos de medio punto, por sus bóvedas de cañón, por su cimborrio, por su ábside ... En fin, ¡una preciosidad!
En Carrión de los Condes, donde estoy hoy, hay tres albergues y yo me he decidido por el primero, que es un anexo del monasterio de Santa Clara que regentan las hermanas clarisas, a las cuales, salvo a una, no se las ve por ninguna
Parte, ya que son de clausura. Es sumamente tranquilo y está organizado en habitaciones de 2,3 y 4 personas, con camas y sin literas, lo cual es  de agradecer.

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