Mis gatos: Gurri, que lo fue, y Peluchi, que lo es.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Camino francés: trigésimo tercera etapa


16/07/07
Por fin, hemos subido O Cebreiro. Hacía muchos días que oía hablar de esta subida, cuando no era yo mismo el que sacaba el tema. Sin duda alguna, es un síntoma del respeto que causa este puerto. Y se lo merece. Respeto que las autoridades gallegas no tienen por el peregrino ya que, sabiendo que muchos caminantes deciden hacer aquí su final de etapa y el albergue está en obras ¡en pleno verano!, que es cuando más afluencia de visitantes hay en el Camino, no han previsto para nada la situación y se han limitado a habilitar unos barracones metálicos que durante el día se constituyen en una verdadera sauna si hace sol y durante la noche en un frigorífico inclemente. En fin, muchas campañas publicitarias para potenciar el Camino y luego se dan situaciones como ésta que desmerecen la credibilidad de unas autoridades que, seguramente, no conocen el Camino de primera mano.
Hoy, he podido disfrutar por primera vez de una subida, al hacerla sin mochila. ¡Y qué subida, Virgen del Amor Hermoso! Y es que, realmente, éste es uno de los paisajes más bonitos que se pueden transitar en los 800 Km de camino que hay desde Roncesvalles a Santiago. Una verdadera gozada para los sentidos, ¡si señor!
Estamos en Galicia. No sé porqué pero me he emocionado al ver el cartel que así lo indica. Es como si entrara en mi propia tierra. Diría, si creyera en ello -quién sabe- que en vidas anteriores pude vivir en estas tierras, tan bellas pero tan duras de habitar. Y es que, pese a no haberlas recorrido nunca, me resultan muy familiares. Como las Meigas, no creo en ellas pero haberlas...
Es la Galicia montañosa, de duros caminos pero, también, la de paisajes agradecidos. Las montañas que transitamos, con su infinita variedad de tonos verdes, embelesan al más insensible de los seres humanos.
Nos hallamos en un pueblecito llamado Hospital da Contessa. El nombre de Hospital es uno de los más socorridos en todo el Camino, junto con éste último propiamente dicho. Indica, como es obvio, lugar donde se acogía al peregrino en tiempos pretéritos. De la "Contessa" no se tienen noticias desde hace mucho tiempo. Enclavado junto a la carretera nacional, a 1.200 mt de altura, sopla una brisa fresca que nos hace buscar a todos los sitios más soleados en torno al albergue. Hace un buen rato que está lleno y durante toda la tarde ha habido un goteo de peregrinos que buscaban albergue y que, obviamente, han tenido que seguir su camino hasta el próximo, el del Alto del Poyo, que, les advierte la hospitalera, también está completo, por lo que la etapa de hoy, para más de uno, va a ser mucho más larga de lo que habían previsto. Alguno que otro, como un madrileño que conoce Ana, la navarra, de tanto verlo por el camino, se queja de los turigrinos que recorren estas tierras en busca de su compostelana con un esfuerzo mínimo, mientras  otros tendrán que hacer más de 30 Km, que después de haber subido O Cebreiro, no es moco de pava, precisamente. Es por ello que hay que planificar bien las etapas y mirar de prever estas circunstancias. De lo contrario, se expone uno a tener que caminar más de la cuenta o buscar alojamiento alternativo, que no siempre está disponible. Ayer se incorporó a nuestro dúo una mujer de Barcelona, de 50 años, divorciada hace 4 al descubrir que su marido llevaba tiempo engañándola con otra. Isabel, así se llama ella, empezó su transitar en Ponferrada y vive y trabaja en el barrio gótico de Barcelona en la recepción de un hostal. Desde que la hemos acogido en nuestro reducido grupo no ha parado de explicar detalles de su historia particular en los últimos años, incluido el haber superado una cáncer de piel que padeció el pasado verano -ahora lo sabe- fruto de su obsesión patológica por los acontecimientos, sin duda duros, que tuvo que vivir hasta que aceptó la realidad tal como era, por mucho que no se adecuara a lo que ella quería. Tiene dos hijas adolescentes y me imagino cómo lo habrán vivido también ellas.
Me pregunto, tras reflexionar unos momentos sobre lo que Isabel nos cuenta acerca de su enfermedad, que si la mente tiene el poder de provocar enfermedades, como parece ser éste el caso, si no lo tendrá también para curarlas. Me parece del todo ilógico afirmar la primera y negar la segunda. Otra cosa es que parece ser más fácil crear enfermedades que curarlas, aunque aquí podríamos incluir los llamados casos milagrosos, o ¿no?. En fin, éste, el del poder de la mente, para destruir y para crear, es uno de los temas de los que más se hablará en el siglo en que vivimos. Y aunque parezca que nos hemos salido del motivo central de estas líneas, el Camino de Santiago, preguntémonos, no obstante,  el porqué de una peregrinación que en la Edad Media traía a Compostela a miles de peregrinos. ¿Cuáles eras los motivos profundos que les movía a realizar un camino incomparablemente más duro y peligroso que el de ahora? ¿Qué significa que la fe mueve montañas? Creo que al tratar de dar respuestas a estas preguntas nos encontramos de nuevo con el mismo tema que tratábamos anteriormente.

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